Antonio Felipe Rubio
Periodista
Con
los aditamentos de la Semana
de Pasión, surge la oportunidad esperada para una farisaica representación
previsible y calculada que rasgue el velo del “templo” andaluz. Tras
decenios de comportamientos incompatibles con la igualdad y la libre
concurrencia, ¿qué necesidad tenía el PSOE de arriesgar el pacto de Gobierno
con semejante estruendo?
Susana Díaz, presidenta, y el vice Diego Valderas |
El
PSOE, acostumbrado a su máxima “la
Junta ayuda a quien ayuda a la Junta ”, viene celebrando
contratos a dedo, adjudicaciones a placer, subvenciones a los amigos… y las
corrupciones a alto nivel fraguadas desde los despachos de Juan Guerra, hasta
el bochorno supino de los ERE´s y el “con-chaveo” sindicalista. Atrás quedan, frustraciones
y discrecionalidades que dieron al traste con proyectos que pretendían una
merecida subvención (simplemente aplicar la ley y libre concurrencia), pero el
comportamiento sectario discriminó en favor de los amigos y en perjuicio de los
desafectos.
El
PSOE de la Junta
de Sevilla siempre ha sido sumamente imaginativo para justificar sus
arbitrariedades: El Corte Inglés, Residencia de La Térmica , Gran Plaza,
Hospital Provincial… Desde la apresurada declaración de BIC, edificio singular
o subvenciones millonarias a proyectos ruinosos, la Junta ha encontrado
resquicios y “triquiñuelas” para urgir (saltarse a la torera) en función de
alambicadas y falaces prioridades o “emergencia social”.
La
crisis originada por el desalojo de okupas en “Utopía” podría haberse
despachado con la experimentada imaginación, aplicada en innumerables ocasiones
y sin llevar al borde del abismo a los socios comunistas del Gobierno. Insisto.
¿Qué necesidad había de llegar al extremo de arrebatar competencias a IU-CA?
Pues, supongo, se trata de una estrategia de doble vía.
Primero.-
Intentar trasladar la imagen de Susana Díaz como adalid de la pureza
democrática, irreductible ante la transgresión de derechos. No obstante, es un
riesgo calculado; los desalojados de “Utopía” son una decena, y los que se
encuentran en exclusión social son miles, a la espera de su oportunidad. Así,
poniendo a la cola a los okupas, Susana se granjea el aplauso de la multitud
que, por desgracia, aguarda un techo con idéntica premura que una decena de “mediáticos”
desalojados, asistidos, como acostumbra el manual progresista, de la izquierda
exhibicionista.
Segundo.-
La prueba de fuego. Que IU-CA trague “paquete” para seguir pisando moqueta; lo
cual es previsible por sentirse acomodados, aun asintiendo que aquí quien manda
es Susana (eso le encanta) y, por otro lado, si los comunistas sufren un ataque
de “dignidad” y rompen el pacto, Susana sube a los altares. Demostraría
arriesgar en aras de la defensa de la igualdad de derechos; prueba de autoridad
en aras de la libre concurrencia; y, lo mejor, anticipar elecciones por motivos
“ajenos” a su voluntad… y la gente va y se lo cree.
En
resumen. Si Susana hubiese querido, decreta en cinco minutos una solución con
alarde de generosidad y sensibilidad para los okupas desalojados. Otra
actuación, tan estruendosa, indica y oculta intenciones que sólo se entiende
desde la maniobra política a favor de beneficios electorales: IU-CA se quedaría
en la incómoda posición de vulneración de derechos y guardianes de la marginalidad.
Al contrario, el PSOE se “centra” en un espectro amplio de apoyo social que,
ahora, podría ver que la Junta
se transforma en la exquisitez de la puridad democrática; cuando no hay otra
cosa que una representación pasional por los votos y… ¡A esta es!
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