Isabel
Morillo*
Jefa
de Andalucía de El Correo de Andalucía
De
la crisis exprés que ha sufrido el Gobierno andaluz en las últimas 48 horas, la
más volcánica en dos años, hay una parte difícil de entender. Existe una
aparente desproporción entre lo que provocó la crisis –un desacuerdo sobre la
legalidad del realojo de 22 familias en riesgo de exclusión– y las
consecuencias políticas que se sucedieron después. De repente los socios de
Gobierno empiezan a actuar de forma descoordinada, escenifican la fractura y la
inestabilidad política que han tratado de evitar desde el principio, y al final
del día todo parece una obscena batalla entre dos partidos de izquierda por
erigirse como el principal defensor de los débiles y de la legalidad vigente.
Maíllo y Cortés |
Todo era rocambolesco hasta aquí, y luego se tornó surrealista cuando la
presidenta Susana Díaz, pasada las once de la noche del miércoles, amagó con
retirarle competencias en vivienda a la Consejería de Fomento (IU) por haber ejecutado un
realojo que ella misma había vetado. La chispa que hizo detonar este embrollo,
según los socialistas, fue una imagen del líder de IU, Antonio Maíllo, en la Plaza Nueva de Sevilla
esa misma noche, abrazando a las familias de la corrala que levantaban el
campamento para recibir un piso protegido (la fotografía fue distribuida en las
redes sociales por su equipo).
El
pacto de Gobierno en Andalucía entre dos fuerzas que compiten por el mismo
espacio político no lo ha resquebrajado la gestión del fraude de los ERE que acecha
al PSOE o la ejecución del mayor recorte en políticas sociales de los
presupuestos, que convulsionó las filas de IU, o que en dos años de legislatura
sólo se hayan aprobado dos de las 28 leyes del pacto, o que dimitiera el
presidente de la Junta
al año de las elecciones, o que Díaz frenara el impuesto a las grandes
superficies que reclamaba su socio…
La fractura la ha provocado un incidente,
en apariencia, sin importancia. Pero sólo en apariencia, porque los socialistas
creen que la actitud de IU en este tema ofrece una imagen radical del Gobierno
andaluz hacia el exterior. Y la federación de izquierdas, en cambio, sostiene
que el realojo de 22 familias simboliza que Andalucía gobierna como alternativa
al Ejecutivo de Rajoy, a la troika y al poder financiero. Todo esto ya se sabía
y aún así ha estallado el volcán.
¿Por qué no ha habido un diálogo fluido entre
la presidenta Díaz y el coordinador regional de IU, Antonio Maíllo, para evitar
el cisma y la imagen de inestabilidad? La crisis de la corrala evidencia que la
falta de sintonía y de diálogo entre ambos líderes era un problema de primera
magnitud. Ninguno de los dos ha negado nunca la falta de entendimiento mutuo,
pero ambos se han esforzado por restarle importancia. Es evidente que lo era.
El PSOE se quejó de que IU siguiera adelante con el realojo en contra del
mandato de la presidenta.
Y la coalición se indignó porque Maíllo telefoneó
nueve veces a Díaz la tarde del miércoles y ésta no le cogió el teléfono. El
líder de IU ha rehuido hacerse fotos con Díaz “si no es para tratar algo
importante”, pero llegado el caso no ha logrado coordinar una acción conjunta
con su socio de Gobierno. Ambos comieron juntos el martes, pero luego chocaron
con los buzones de sus móviles.
Díaz
y Maíllo tienen personalidades políticas divergentes, cada uno entiende su
papel público de una forma contraria a la del otro. Su distanciamiento se
agravó durante los últimos presupuestos. Desde entonces ambos han jugado al
gato y al ratón: el líder de IU cree que la presidenta le ningunea, y ésta
piensa que Maíllo la minusvalora. Otro problema que el coordinador regional de
IU ha minusvalorado y que ahora parece más grave es su ausencia del Parlamento
y del Gobierno.
Es difícil imaginar que este conflicto hubiera llegado a tanto
si Maíllo se sentara junto a Díaz en el Consejo de Gobierno, si conociera de
primera mano el ruido político y actuara sin interlocutores. Sin embargo, ese
sillón lo ocupa Diego Valderas, con quien Díaz tiene una relación bastante
mejor. Algunas fuentes aseguran que a éste no le ha gustado cómo su formación
ha gestionado el problema . Claro que el PSOE también apadrina esta idea de que
en IU coexisten dos corrientes, la radical y la moderada, y que Maíllo no tiene
el control interno de su partido.
Hagan
lo que hagan, uno de los dos socios de Gobierno saldrá más debilitado que el
otro de una crisis que ellos mismos se han inventado.
Coautor: Daniel Cela
No hay comentarios:
Publicar un comentario