Pedro.
M. de la Cruz
Director
de La Voz de
Almería
Hay
imágenes que valen tanto como 836 palabras. Estampas que en su estética silenciosa
revelan un sonoro relato histórico. Clics efímeros que ilustran decenios de
historia y encierran cien años de conspiraciones. La foto publicada hace unos
días por este periódico y que el lector encuentra hoy en esta página es uno de esos
instantes fugaces que recogen toda una vida, o casi. La biografía de los
personajes que la componen es un tratado que explica lo que ha sido el PSOE
almeriense en los últimos decenios: una nomenclatura con vocación de
permanencia en el poder.
Juan Carlos Pérez Navas, Mari Carmen Ortíz,
Consuelo Rumí, Fernando Martínez, Ramón Jáuregui, junto a (no con, que eso
es otra cosa) Sánchez Teruel simbolizan la irresistible atracción que el poder
ejerce sobre la clase política. Cada uno de los cinco históricos podría
escribir un tratado sobre cómo llegar desde las ideas a la política y de lo que
hay que hacer para permanecer en el poder o agazapado en sus entornos esperando
el regreso al puesto que un día tuvieron allí.
Ministro, consejero, alcalde, secretaria de
Estado, diputado, concejal, senador, secretario general, responsable de
organización, coordinador de agrupaciones, todos han recorrido de una u
otra forma la escala de mando en la organización. Nada hay de reprochable en ello.
El voto de los ciudadanos o el respaldo de la militancia les llevó a los cargos
que ocuparon y ocupan.
Lo que sorprende es que una organización en
proceso de deterioro no busque (o no encuentre, o no le dejen encontrar) nuevos
equipos que hagan menos penosa la travesía. El PSOE se ha convertido, con el
tiempo, en una estructura de poder ocupado por una aristocracia sin más
atributos que un pasado que nunca volverá y un futuro para el que el tiempo ya
les ha alcanzado.
Las instituciones o las organizaciones nunca
deben romper con su historia. El pasado es un patrimonio irreversible e
irremediable. Nadie se baña dos veces en el mismo río y ninguna organización puede
borrar el pretérito imperfecto del que proviene. Pero si desdeñar el pasado es
un error condenado al fracaso, aspirar a convertirlo en futuro es un delirio sentenciado
a la derrota.
La mochila que cargan quienes protagonizaron
el pasado es un valor con el que siempre debe contarse, pero el peso abrumador
de su permanencia en primera línea de la política hace inviable que puedan liderar
el futuro. Y, lo que es peor, su obstinada lucha interna por continuar en los cargos
para el que fueron designados impide la necesaria renovación.
La foto |
El pasado tiene su acomodo en la estructura
de una organización pero quienes gestionaron el ayer no pueden aspirar
también a protagonizar el mañana. Los socialistas almerienses no deben
continuar instalados en la gloria efímera de los días perdidos. La cultura de gustos.
una organización, de cualquier organización,
no se cambia de un día para otro, pero su permanencia está ligada a su vocación
de renovación permanente. El drama del PSOE almeriense es que la renovación
nunca se ha interpretado como un camino hacia el futuro, sino como un regreso
al pasado.
El golpe de estado que llevó a José Luis
Sánchez Teruel a la secretaria general fue una trama inspirada en Sevilla y
urdida en Almería por un grupo de generales en decadencia. Han pasado casi tres
años de aquella asonada cuartelera y el ruido de los espadones continúa. El
relato de lo sucedido desde entonces no es más que la consecuencia del origen
que lo provocó y prueba de ello es la estrategia permanente por solemnizar lo
trivial y trivializar lo solemne. La mediocridad nunca dio para más ni el
chisme chusco como argumento para tanto.
Pero todo principio tiene su final y
Teruel no debía olvidar aquella máxima del presidente Suárez cuando en la
primavera del 77 declaró a sus íntimos que con los militares no hay caminos
intermedios: O les mandas o te mandan.
Al secretario general del PSOE le ha
llegado la hora de elegir. O continúa soportando la conspiración permanente
de quienes nunca le apoyarán desde la sinceridad, o rompe de una vez por todas con
quienes se creen con derecho a cobrar en cada acto y ante cada situación la
hipoteca por su nombramiento. La melancolía por el pasado o la esperanza en el
porvenir. Esa es la cuestión.
De cómo lo haga depende su fortuna. En
uno de los capítulos de “Los Tudor” tiene un buen ejemplo de cómo hacerlo. La
secuencia narra la benevolencia con que el verdugo distinguió a Ana Bolena en
el segundo previo al desenlace de su ejecución. El cumplimiento de la sentencia
no obliga a la impiedad en su ejecución.
Cuando se tiene voluntad de ejercer el
poder no hay atajos. El PSOE del mañana no puede ser el de ayer. Ha llegado
el tiempo de la renovación. Y o Teruel cambia de estampa o la estampa acabará
echándole a él fuera del escenario. Después de mayo a los socialistas almerienses
les habrá llegado la hora de la verdad.
(Publicado en la edición de papel de La Voz de Almería. Autorizada su reproducción por La Opinión de Almería).
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