Javier
Zurro
Redactor
de Cultura de El Confidencial
Sergio
Leone, hijo de uno de los pioneros del cine italiano (Vincenzo Leone) y de una
conocida actriz (Francesca Bertini), tenía sólo 20 años cuando trabajó de
asistente de director en uno de los filmes más emblemáticos de la historia
del cine: El ladrón de bicicletas
(1948), de Vittorio de Sica. Leone (Roma, 3 de enero de 1929 – Roma, 30 de abril
de 1989), que había mamado cine desde su niñez, entraba así por la puerta
grande en el séptimo arte. Lo que no se podía imaginar entonces era que, dos
décadas después, reinventaría nada menos que el género por excelencia del
cine americano: el western. Y para colmo lo haría desde el desierto de Almería.
Antes
de buscarle las cosquillas al clasicismo, Leone, muerto ahora hace 25
años, aprendió las lecciones de los clásicos. Trabajó de ayudante de
dirección en grandes producciones de Hollywood rodadas en Europa como Quo Vadis (1951), de Mervyn Le Roy, Helena de Troya (1955) de Robert Wise, Ben-Hur (1959) de William Wyler o Historia de una monja (1959) de Fred
Zinnemann.
Sergio Leone inventó el spaguetti western |
En
1959 por fin pudo dirigir un filme. Sustituyó a Mario Bonnard al frente
del rodaje de Los últimos días de Pompeya,
aunque su nombre no aparecería en los créditos. Oficialmente, el debut de
Sergio Leone fue en 1960, con El coloso
de Rodas, y en 1962 se encargaría de Sodoma
y Gomorra, en sustitución de Robert Aldrich, una de sus máximas
influencias.
Fundador del spaghetti
western. Leone pasó a la historia por su Trilogía del dólar, sus
famosas películas del oeste rodadas en Almería con las que fundó un nuevo
género: el spaguetti western. El oeste se volvió más oscuro y duro que nunca.
Los personajes ya no tenían principios ni moral. Mataban a sangre fría y se
alejaban de la figura del héroe clásico.
Además
de las innovaciones temáticas, Leone trajo consigo un nuevo estilo visual
cargado de zooms y primeros planos, y con una presencia atronadora de la
música. Gracias a él, el mundo conoció a dos figuras fundamentales en la
historia del cine: Ennio Morricone y Clint Eastwood, que dedicó su Oscar
por Sin perdón (un western crepuscular)
al realizador italiano.
Criticado y
despreciado. En su época, Sergio Leone fue criticado e incluso
despreciado, como apunta Carlos Aguilar, historiador cinematográfico y autor de
tres libros sobre el director publicados por Cátedra: “En su momento fue
incomprendido en general, incluso en la propia Italia. Salvo en Francia, que en
este sentido se reveló lúcida y hasta clarividente”, apunta. Con el tiempo su
obra se revalorizó, y ahora, a 25 años de su muerte, Leone está “más allá del
bien y del mal, como Fellini o Visconti”, añade Aguilar.
Leone y Eastwood en Almería |
No se entendió su
concepción moderna del cine. Para Carlos Aguilar estas críticas se
debían a que no se entendió su concepción moderna del cine: “Se interpretó
de forma burda su planteamiento estético de 'cine sobre cine', característico
por lo demás de los directores que comenzaron a dirigir cuando el Séptimo Arte
tenía tantas décadas detrás que ya sólo podía inspirarse a sí mismo”.
Irónicamente,
Leone terminó creando una nueva forma de lenguaje personal e único que ha
intentado ser repetido una y otra vez durante los últimos años por
innumerables directores. La posmodernidad cinematográfica se ha visto influida
por la obra del director. Muchos han seguido sus pasos, aunque, como cuenta
Aguilar, “no ha tenido descendencia, sólo plagios más o menos afortunados”.
Son
muchos los nombres de directores actuales que han reconocido la figura de Leone
como influencia clara de su cine, como Quentin Tarantino o John Carpenter. El
creador de Kill Bill siempre nombra El bueno, el feo y el malo como su
película favorita de la historia, y no ha dudado en incluir homenajes
explícitos a Leone en su carrera.
Tarantino le
homenajea. Tarantino no ha vacilado en homenajear explícitamente a
Leone en sus películas, usando en varias ocasiones la música de Morricone e
incluso realizando su particular western, Django desencadenado, que para Carlos Aguilar resultó desastroso:
“Trivializó de cara a los medios la genialidad de Leone”.
Para
Aguilar muchos han intentado imitar al maestro, Brian De Palma, John Milius,
Tarantino… pero pocos han logrado rozar su genialidad. “No destacaría a
ninguno, salvo Carpenter con su díptico Escape (Escape from New York, 1981; y Escape
from Los Angeles, 1996) protagonizado por Kurt Russell”.
‘La muerte tenía un
precio’. A Sergio Leone hay que agradecerle también haber
dirigido uno de los filmes más vistos de la historia del cine español, ya
que La muerte tenía un precio (1965)
fue una coproducción nacional. Más de 5 millones de personas fueron a ver la
película en nuestro país y su éxito tuvo una repercusión industrial enorme:
“Consolidó el Western europeo y convirtió Almería en el espacio ideal para el género,
tanto mediterráneo como americano”, subraya Aguilar.
Los
premios y reconocimientos durante su carrera se hicieron esperar. No fue hasta
su mezcla del cine de gánsteres con el western, Érase una vez en América (1984), cuando los medios internacionales
posaron sus ojos sobre la filmografía de Leone. Su mito no ha
dejado de crecer desde entonces.
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