Antonio
Felipe Rubio
Periodista
Siempre
se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras; y, añado, hay algunas
fotografías que “retratan” fielmente a los personajes. La foto de los
depredadores de crustáceos y lamelibranquios es un editorial per se. Ahora,
cuando pasó el tiempo y las heridas de la crisis, lejos de cicatrizar, han
ulcerado una lacerante ruina para un pueblo que trata de restablecer la normalidad
que pudo ser una constante estable y pujante, a no ser por una trama saqueadora
que se cebó en la generosidad de un pueblo con gente trabajadora, sencilla y
entregada a la presunta confianza que transmitían unos gobernantes y
administradores que se consideraron irreductibles e irremplazables desde las
reiteradas mayorías que lograron cosechar y, lamentablemente, interpretaron ese
refrendo popular como patente para granjearse licencias ilícitas hasta limites histriónicos;
no ya por el exceso dinerario, sino por la exacerbación del nouveau cateto que
se apresura a emular ídolos de culto, pero con escaso acierto en el estilo y
recato que impone una acendrada y exquisita educación; o sea, todo lo contrario
a estos exhibidores de “taco” y tarjetazo.
Desconozco
si, en ámbito muy cercano, hubo fiel información acerca de la excursión de ocho
tíos (!solos!) por las riberas del Loira y Sena para, un día embaularse una
montaña de decapodos y bivalvos; otro, una tabla de quesos y foie; otro, un menú
degustación; otro, un gastro-festival a bordo de un yate en el Sena… sin
olvidar les chateau; los de piedra y los embotellados: Latour, Lafite…
No
me imagino a uno de los “ocho magníficos” reportando telefónicamente desde la solitaria
habitación doble de un cinco estrellas: “Cari, no te puedes hacer una idea,
estos franchutes solo nos dan baguettes y croisanes. La reunión de trabajo ha
sido extenuante, pero los resultados merecen el esfuerzo que estoy haciendo.
!No sabes cómo echo de menos tus acelgas esparragás! En fin, mañana te llamo.
Au revoir”.
Lo
peor de esta historia es la “maldita foto”. Esa foto no solo descubre la infame
trama de tragaldabas a costa de los contribuyentes. Esa foto es sospechosa en
su día de excusas ingeniosas que, ahora, se habrán tornado en miradas
atravesadas e iracundas. Y es lógico, porque ¿qué hacen ocho tíos de
auto-homenaje por lo más Premium de Francia?
Evidentemente,
estas premiaciones suelen ser extensivas al acompañante, especialmente cuando
se trata de un amplio programa de deleite sensorial. Ahora, salvo error u omisión,
sabemos que la trama tenía un comportamiento social corporativo, al margen del
enriquecimiento personal. No hay nada mejor que unos ejercicios “espirituosos”
(armagnac, bordeaux, cognac…) para celebrar el éxito y sublimar la codicia
inextinguible.
Lo
que más lamento es que ya encabezamos el ranking de la indeclinable persuasión
de las mariscadas. Ayer era Rodrigo Torrijos (exteniente alcalde de Sevilla por
IU-CA) que, de las barricadas, pasó a las mariscadas. Y es que la fascinación por
los excesos no conoce de ideologías, religión o ética. Todo se genera con una tentación;
el resto lo hace el caudillaje paternalista como modelo de servicio. Y allá
donde haya aspirantes a salvapatrias siempre habrá un mercenario que lleve a la
ruina al salvador, y a la “patria”.
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