Emilio
Ruiz
Quienes
tuvimos la fortuna de presenciar el emocionante partido de fútbol que
disputaron el Chelsea y el Atlético de Madrid aún tenemos visible en nuestra
retina la reacción del Niño Torres tras marcar un gol a su anterior equipo. Respondió
a la alegría de sus compañeros formando un parapeto con sus manos con evidentes
signos de seriedad exterior –que no interior, pues suponía el pase de su equipo
a la final de Champions- y prácticamente en situación de disculpa por el daño
que ese tanto podía hacer al equipo de su tierra.
Salva Sevilla |
El Betis,
en su visita a Almería, no se jugaba nada. Ni siquiera unos centímetros de
prestigio futbolístico, tras una temporada catastrófica. El Almería se jugaba
todo: una derrota le hundía prácticamente en el descenso. El Betis tiene en sus
filas un jugador almeriense, de Berja, Salva Sevilla, que, como el equipo,
tampoco se jugaba nada.
Esta
situación era perfectamente conocida por el virgitano. ¿Quiere esto decir que
Salva Sevilla debería haber hecho lo posible por no hundir al equipo de su
tierra? No, no quiere decir eso. Salva Sevilla es un profesional del Betis y su
obligación es servir a su equipo sin importarle las circunstancias especiales
en las que se encuentre el adversario.
Esto,
que yo lo veo así, no todo el mundo lo ve así. Está la historia del fútbol
español llena de partidos de guante blanco, y esta semana, sin sir más lejos,
hemos podido ver alguno. ¿Decidió el Betis reñir el partido como si jugara la
final de Champions? Era su derecho y con su pan se lo coman.
Dicho
esto, nadie me va a oír decir que el virgitano se equivocó al marcar el segundo
gol para su equipo. Insisto, es un profesional, y si él lo ve bien, bien lo veo
yo. Pero lo inadmisible es lo que acaeció tras marcar el gol que sentenciaba al
Almería. Con una energía que dejó desconcertada a todo el graderío, Salva Sevilla
celebró el gol de una manera apoteósica, desproporcionada y que, al menos a mí,
me produjo bochorno.
Al
finalizar el partido, el bético habló para las cámaras de Canal Plus: “Pido
disculpas por la celebración, no tengo nada en contra de ellos, es el equipo de
mi tierra y le deseo lo mejor”, dijo. No se pueden aceptar las disculpas. La
reacción de Salva no fue la propia de un acontecimiento sobrevenido de forma
repentina. Sabía qué había en juego y todas las circunstancias que rodeaban a
la situación. Por eso creo que una actitud lamentable como la suya no se salda con
unas simples disculpas. Es necesario algo más. No sé qué algo más. Pero algo más.
Si quieres ver cómo celebró Salva Sevilla su gol, entra en este enlace:
Si quieres ver cómo celebró Salva Sevilla su gol, entra en este enlace:
Pues yo, más allá de su visión suspicaz, veo la explosión alegría de un cuestionado jugador que pasa por una difícil situación profesional.
ResponderEliminarSi tenemos en cuenta las perspectivas, los ángulos, la concavidad o convexidad y, por supuesto la subjetividad, puede deducirse de las imágenes vistas, que Salva Sevilla hace una celebración normal. (En el partido hubo muchos mas detalles para ser interpretados).
ResponderEliminarPues según lo visto en el enlace al que nos invita a entrar, su celebración fué mucho menos "apoteósica" de lo que nos indica, además, si para usted no es suficiente pedir disculpas ante una cámara de tv, ¿qué tal una lapidación en la Plaza de la Constitución?
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