José
Fernández
Periodista
A
este paso, el sumario del llamado Caso Facturas de Diputación va a acabar siendo
algo parecido a las páginas de caseta de Feria de La Voz de Almería: si no apareces
es que no eres nadie. Naturalmente, resulta más agradable salir publicado con
aspecto desmadejado en la crónica social (siempre habrá un redactor generoso
que escriba que usted esta “departiendo animadamente”, aunque luzca el aspecto propio
del que se ha bebido hasta el agüilla del puesto de lavar los cocos) que
aparecer en la lista de imputados de un caso tan espectacular.
Y
digo espectacular no tanto por el aspecto cuantitativo de su presunto alcance
delictivo, sino por la naturalidad y la campechanía con la que al parecer se
metía mano a la caja: viajes inexistentes, más teléfonos que trabajadores,
estancias en hoteles de hijas y yernos, escapadas de fin de semana a costa del
contribuyente, tratamientos hidrotermales… y a vivir que son dos días.
Y
claro, como el espectro de los imputados abarca ya varios sectores (políticos, directivos,
asesores, empresarios…) la cosa está alcanzando tal nivel de universalidad que
a este paso va a haber más nombres en el sumario que en las Páginas Amarillas.
Pero
mientras la Justicia
sigue su lenta, pero esclarecedora labor, me permito compartir un par de dudas.
¿Se facturó algo bajo los parámetros de lo previsto por la Ley en los años en los que el
singular binomio PAL-PSOE gestionó los destinos de la Diputación Provincial
de Almería?
Finalmente
y dado que ahora hay más vida en cien gramos de mojama que en el PAL, cabría
preguntarse si alguien en el PSOE tiene, en estos días de tanto expresar
opiniones y hablar de las cosas positivas que la política aporta a los
ciudadanos, alguna opinión al respecto de lo que está pasando.
Digo
yo que alguno recordará lo que hizo o lo que le dijeron que tenía que hacer. Y
quién se lo dijo. Vamos, digo yo.
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