Paco
Campos
Doctor
en Filosofía y profesor de la UAL
Hablan,
y cuando hablan parece que están solos porque a nadie le interesa lo que
hablan. Están hablando de invertir lo mínimo, contratar lo mínimo y ganar lo
máximo y, claro, por esa regla de tres más bien parecen marchantes. Hay que
tener un poco de imaginación y de estudio de mercado porque el ladrillo ha
pasado a la historia, y más allá del ladrillo hay vida.
Los presidentes de la Cámara y de Asempal |
Un ejemplo lo tenemos en Tenerife donde se instalará una fábrica de galletas y
chocolate que creará seiscientos puestos de trabajo, tres veces más que los que
habían pensado crear con la reapertura de las minas de Alquife (¡lagarto!,
¡lagarto!) y sin polvillo rojo. Chocolate y galletas, para endulzarnos la vida.
En el relleno del puerto pesquero instalarán la factoría sobre cerca de
cincuenta mil metros cuadrados, y a distribuir galletas a troche y moche, de
forma disparatada para que toda África y parte de Europa meriende.
No estaría mal aquí una fábrica de esas, en vez de ir a Marruecos a seguir haciendo pisos o cultivos que competirán con los nuestros. El empresariado almeriense necesita planificación, romper moldes y salir de la sopa boba, de la panoplia de la universidad, de las subvenciones y los planes de inversión tan sujetos a la política.
No descubrimos nada si levantamos la vista y vemos cómo
desde Lorca, ribera del Mediterráneo arriba, cada localidad o comarca se dedica
a algo que le procure estabilidad (el cerdo, las alfombras, el calzado, los
turrones, los juguetes, la cerámica…) y no mirando por todos lados a ver qué
pelotazo dar.
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