Periodista
Desde
la primera edición de ExpoAgro y, salvo tres años destinado en Murcia, me
precio de conocer el desarrollo de casi todas las ediciones de una feria
agrícola que nació con la pretensión de alcanzar la importancia que iba
imprimiendo la agricultura almeriense. Es decir, que ExpoAgro tendría que ser
el reflejo del esfuerzo y pujanza del sector.
Expo Levante-Níjar |
Los
comienzos fueron difíciles: provisionalidad, improvisación, ingenio, ilusión,
trabajo y más trabajo. Ramón Gómez Vivancos, inquieto visionario de la
potencialidad almeriense, impulsó una feria que, entre otras cosas, abrió los
ojos a unos capitalinos que desconocían, ignoraban e, incluso, despreciaban al
sector que logró sacar a Almería de la ignominiosa condena del mineral, la
legaña y el esparto. Agricultura, energía solar, turismo… ahí estaba el futuro
de Almería, y había que enseñarlo a propios y extraños. Para Ramón existía un
componente fundamental: la complicidad. Había que involucrar a todos los
almerienses en una “empresa” de todos. El agricultor no podía estar sólo, sin
el apoyo de la sociedad; pues esa sociedad tenía entonces una percepción del
agricultor muy injusta, casi ofensiva, en tópicos, mitos y leyendas.
Entre
tablazones, estructuras ajadas, corrientes de aire, goteras… y la angustia
itinerante de la incertidumbre, discurrió la ExpoAgro con más ilusión
que recursos y, por supuesto, con el aditamento imprescindible para no
desistir: ilusión, profesionalidad y orgullo.
Como
es lógico, los políticos estaban a lo suyo –esto no de ahora-. No había apoyos,
subvenciones, aliento… sólo aparecían cuando la foto. Es más, cuando la
“conjunción planetaria”: PSOE en Madrid, Sevilla, Andalucía, Almería y el 90%
de los pueblos la ayuda del Gobierno se centraba en impedir la proliferación de
invernaderos porque no había agua para regarlos (famosa avioneta de Tomás
Azorín). Esos momentos fueron muy difíciles para otro gran presidente de la Cámara de Comercio, José
Vallejo, un onubense que luchó como el mejor almeriense enfrentándose al todo
poderoso gobierno con la campaña “Almería sin Salidas”. Contado ahora, parece
una fabulación; pero en aquellos momentos no había agua para regar, carreteras
para comercializar los productos (puente de Rioja, Cañarete…) ni nadie que
apoyase la agricultura ni estableciese una racionalización económico-social que
ha derivado en duras críticas, “sucesos” e intento de desprestigio para los
productos almerienses.
Acabo
de visitar ExpoLevante-Níjar y he recordado los mejores momentos de ExpoAgro:
agricultores, profesionales de empresas auxiliares, equipamiento, tecnología… y
mucha ilusión.
Celebro
que el alcalde, Antonio Jesús, haya logrado su propósito consolidando una feria
por el simple procedimiento del esfuerzo y la profesionalidad, sin concesiones
a intereses espurios y, centrando el objetivo en la irrenunciable personalidad
agrícola, ha logrado persuadir al sector de que ExpoLevante es el lugar
adecuado para el agricultor; porque no hay petulancia, impostación e injerencia.
Insisto,
he visitado ExpoLevante y he recordado lo mejor de ExpoAgro cuando primaba la
profesionalidad y la independencia.
Es
una lástima que, con tanto San Telmo, Cluster, Storming, Extenda, misiones,
estilográficas, genuflexiones y mamandurrias los directivos de la Cámara de Comercio (actual
mastaba de la ExpoAgro ),
no aprovechen para visitar ExpoLevante y aprender cosas tan sencillas y
verdaderas como que al agricultor le interesa la agricultura, y que los
almerienses hemos de conocer la agricultura y luchar por mantenerla y hacerla
progresar por encima de otros serviles y efímeros intereses.
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