Joaquín
Jiménez
Portavoz
del PSOE en el Ayuntamiento de Almería
Quienes
trabajamos en la política municipal, porque así lo hemos decidido
voluntariamente, lo hacemos con ilusión y porque queremos colaborar en
conseguir una mejor calidad de vida para nuestro pueblo o ciudad. Quiero
entender que esto es aplicable a los miles de concejales y alcaldes que bregan
a diario con los problemas más cercanos. Y quisiera creer también que a
todos nos anima un mismo sentido de la responsabilidad y dedicación que debemos
demostrar desde el momento en que juramos o prometemos nuestro cargo.
En
estos días se ha hablado y debatido, por enésima vez, sobre el nivel
competencial de las administraciones, municipal y autonómica, en asuntos que,
de cara a la opinión pública, requieren de gestión y determinación y menos teoría
política de la confrontación. Cuando la frontera que delimita las responsabilidades
de cada cual esté borrosa, lo que esperan los ciudadanos de los poderes públicos
es que se discuta lo que sea necesario y se acuerde lo que corresponda. Lo que
no se puede aceptar, como ha pasado estos días en Almería, es que un alcalde
decida que un problema no es suyo. Lo que se consigue con ese planteamiento es
producir ruido político, algo de lo que los ciudadanos ya están cansados.
Ni a
mí ni a ningún político electo con sentido de servicio público se nos ocurre
ignorar las quejas porque no sean de nuestra competencia. Un concejal no quita
ni pone pensiones, no construye autovías ni mejora la frecuencia de los vuelos.
No interviene en las listas de espera quirúrgicas ni baja el IVA. Todo esto,
tan obvio, sirve para señalar que todo cargo público está para atender a los
ciudadanos, para informarles, orientarles y, si de verdad es competencia suya,
tratar de resolver el problema en cuestión. Sin embargo, lamentablemente,
algunos siguen instalados en la trinchera. Desde ella disparan proyectiles del “y
tú más” o “esto es cosa tuya”.
Estoy
convencido de que si la administración autonómica fuera del mismo signo que la
municipal, los combativos alcaldes y concejales de la derecha se dedicarían a
resolver las necesidades de sus ciudadanos con más celo y sin tanto ruido mediático.
Pero, claro, estamos hablando de la
Junta de Andalucía, esa administración que, por algún motivo,
nunca en la historia de la democracia, los andaluces han querido confiar a la
derecha política de la región. Esto, estimado lector, es un hecho incontestable
que nunca han digerido las huestes populares ni sus avezados opinólogos de
cabecera.
El
ayuntamiento es la administración más cercana que reconoce el ciudadano como
institución para resolver sus demandas, y es ahí donde los políticos locales
tenemos que emplearnos a fondo para sustanciar las necesidades de los
administrados. Días atrás, el primer edil de la ciudad reprochaba a la oposición
el seguimiento que tiene la audiencia pública en los plenos ordinarios, cuando
de eso se trata, pero obviando cómo sus concejales de Gobierno encabezaban
recientemente manifestaciones y concentraciones con vecinos de Los Almendros o
El Puche.
Nadie
en política tiene el dogma de la verdad pero siempre habrá maneras de enfrentar
los problemas porque no todos somos iguales.
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