Miguel Ángel Blanco Martín
Periodista
Los
jueces no son ecologistas. Cuando se trata de hacer justicia (?) en asuntos que
tienen que ver con cuestiones medioambientales y ecológicas, el resultado en la
mayoría de los casos es desconcertante cuando no sorprendente. Como en el caso
del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, ante el caso del hotel del
Algarrobico y lo que le rodea, en Carboneras.
"Los jueces no son ecologistas" |
No
hay muchas sentencias, más bien son pocas, que resuelvan desaguisados
ambientales, a favor de denuncias ecologistas, según qué salas. En la mayoría
de los casos, en que así sucede, lo más probable es que las sentencias no
lleguen a ejecutarse. Y de esta manera, urbanizaciones o edificaciones
“ilegales” y destructoras del paisaje, que surgen por intereses particulares o
municipales del negocio y del capital, sonríen en su interior cuando reciben la
notificación de una sentencia en contra. Los medios de comunicación informan de
ello, que la urbanización tiene que ser demolida.
Los promotores y
ayuntamientos que lo han permitido, tras haber sido “comprados”, sonríen en su
interior, a sabiendas de que la urbanización seguirá adelante, en la mayoría de
los casos. Y a los ecologistas sólo les queda el derecho a la crítica, a la
protesta, a la denuncia, frente a quienes ven en la tierra, el paisaje, la
naturaleza, como su propiedad para la oportunidad de hacer negocio. En la
mayoría de los casos predomina el concepto de “propiedad privada”, como un
derecho permanente e inalterable. Para nada, el trasfondo del bien social que
tiene que emanar de toda propiedad pública o privada, que no es ni mucho menos
inmutable.
Cuando,
hace ya años, por ejemplo surgió un proyecto de urbanización en la Fabriquilla , en la
costa del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, la Junta de Andalucía
(Consejería de Medio Ambiente) lo rechazó porque afectaba al orden del Parque
Natural. Al principio, las resoluciones judiciales fueron favorables a la Junta. Hasta que
llegó al Tribunal Supremo, que falló a favor de los intereses de los promotores
de la urbanización. En estos casos, es factible el llegar a un acuerdo para una
permuta de terrenos o de una indemnización a los promotores o propietarios ante
la inviabilidad de la urbanización, por la Junta , en este caso.
En estas situaciones, el
tribunal suele fijar la cantidad de la indemnización que, en este caso, si no
recuerdo mal, la Junta
de Andalucía estaba dispuesta a asumir. Sorprendentemente, el Tribunal Supremo
resolvió que no había lugar a la indemnización, que no había más salida que la
construcción de la urbanización de la Fabriquilla que, afortunadamente hasta ahora, no
se ha levantado.
Y
ahora nos encontramos con el dilema del Hotel del Algarrobico, otro disparate
que nunca tuvo que iniciarse. No sería mala idea que se hicieran públicas las
actas de la Comisión
provincial de Urbanismo donde se debatió el tema, para saber qué y cómo se
votó, quiénes apostaron por el proyecto y quiénes no. No sé cómo quedará al
final el tema del Algarrobico, pero personalmente creo que su destino tiene que
ser la demolición y la puesta en evidencia pública de quienes lo permitieron y
fueron cómplices de tal aberración.
Y
así un asunto tras otro ante la
Justicia (?), siempre con interese urbanísticos, que han
planificado invadir el territorio dónde y cómo sea. Son situaciones que suelen
terminar en los tribunales, en la mayoría de los casos para nada. Para eso
están los jueces, bueno, la mayoría de los jueces, en defensa de las razones,
lamentablemente “sagradas”, de la propiedad privada y frente al espíritu, noble
y justo, de la Ecología ,
del Paisaje y de la Tierra.
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