José
Manuel Atencia
El
País
He
visto la imagen de la desvergüenza en tres fotografías. En ellas está toda la
corrupción que ha aflorado en España contenida en varias bandejas de mariscos.
También la indecencia, reflejada en apenas seis personajes: un alcalde, un
presidente de Diputación, un interventor municipal y varios empresarios. He
visto la indignidad a la que puede llegar un cargo público asomando la cabeza
entre los bigotes de las gambas; la miserable actitud de un encargado de velar
por la legalidad entre unos langostinos acostados sobre hielo picado; o la
falta de escrúpulos de algunos empresarios observando la brutalidad con la que
partían el caparazón de una langosta.
La mariscada / Foto: La Voz |
Allí
donde unos ven una gamba y a un tipo dispuesto a chuparle la cabeza, otros
intuimos a un ciudadano tumbado en la bandeja y al mismo tipo a punto de
chuparle la sangre. Y allí donde estaba la langosta, parecía estar un votante
abierto por la mitad y alguien dispuesto a comerse sus entrañas. He visto en
las tres fotografías a unos individuos cuyas pronunciadas barrigas demostraban
que no era la primera mariscada que se comían; y he observado en sus sonrisas,
la escasa preocupación que tenían por quién pagaría la factura. He visto,
además, que algunos, en vez de sonreír, reían. La explicación es también
sencilla. Se reían de nosotros.
Lo
esencial de todo lo que he visto no ha sido solo lo que he visto, sino el hecho
de que haya podido verlo. Hay que tener mucha certeza de que se pueda actuar
desde la más absoluta impunidad para hacerse fotografiar delante de una montaña
de mariscos, tan alta que a algunos le tapaba la cabeza, y repartirse luego un
juego de copias para enseñárselas a los amigos. Alguien pensará que hay que ser
tonto. Yo creo que no, que lo determinante es la sensación de impunidad: el
convencimiento de que nunca les pasaría nada.
Las
fotos de las que les hablo aparecen en un informe de la Agencia Tributaria
sobre el caso Poniente, la supuesta trama de corrupción que se
investiga en el Ayuntamiento de El Ejido (Almería) a través de la empresa Elsur
y que pudo extraer hasta 60 millones de euros de las arcas municipales
sobrefacturando trabajos que realizaban para el Consistorio. Aunque fechadas en
2008, las instantáneas se han conocido ahora. Y fue parte de una semana de
festejos en París a costa del contribuyente.
Consciente
de mis limitaciones para reflejar en mil palabras todo el poder de una imagen,
pueden teclear en su navegador “mariscada en París del alcalde de El Ejido”.
Elijan una crónica de La voz de Almería y abran el enlace con cuidado.
A mí, por ejemplo, me dieron arcadas. Yo tengo facilitad para la náusea
política.
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