Juan Francisco
Plaza
Comentarista político
Es absolutamente
injustificable despojar de una vida a alguien. También lo es regocijarse y
hacer alarde de ello en las redes sociales con comentarios bastardos y
obscenos. Pero ello no es óbice para que algunos políticos y periodistas,
aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, entren apresuradamente al
trapo para demonizar todo tipo de crítica social y política por parte de los
medios de comunicación “no afines” y condenar de paso las redes sociales en
general.
Isabel Carrasco |
El luctuoso
suceso de la muerte de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco,
que recientemente nos impactaba a todos, ciertamente ha destapado la caja de
los truenos en este sentido y está reabriendo un debate social sobre el
significado de “lo correcto” y “lo políticamente correcto”.
Charlaba con un
político de Roquetas de Mar, amigo mío, sobre el tema y culpaba de todo lo
sucedido a las redes sociales y a algunos periodistas tipo Wyoming, por citar
alguno. Imposible dialogar y debatir con él, ya tenía su idea preconcebida de
lo “políticamente correcto”.
Incluso he llegado
a leer en algún artículo que el Twitter la condenó y la asesinó. ¡Qué
barbaridad! Aseverar esto sería, desde mi punto de vista, insisto, “lo
políticamente correcto”, aunque lleve una gran carga de confusión y demagogia.
Este brutal
asesinato ha sido una acción puntual, producto de una venganza personal por un
tema laboral, perpetrado presuntamente por una madre despechada, militante del
PP y que pasará a engrosar las crónicas de la España más negra y profunda. Nada
más y nada menos.
A diferencia de
“lo políticamente correcto”, que es lo que se debe decir siempre desde la
óptica de la casta dominante, está, bajo mi punto de vista, “lo correcto”, que
sería seguir denunciando las irregularidades, chanchullos, corruptelas y
comportamientos indeseables, que venimos observando en la sociedad y que son
denunciados por los medios de comunicación día sí y día también.
El grave caso de
la imputación de la ex ministra Magdalena Álvarez, por citar uno de los que se
me vienen a la mente en este momento, debiera ser el paradigma de una sociedad
plural y libre, donde el que la hace la paga.
Es absolutamente
inviable una democracia sin una prensa y una opinión libres. Si algunos
sectores quieren aprovechar las coyunturas puntuales, que desgraciadamente se
puedan dar en una sociedad, para tratar de recortar derechos constitucionales,
tales como la libertad de expresión e información, mal vamos.
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