Antonio Felipe Rubio
Periodista
He de reconocer que las noticias más
efectistas de la campaña nada tienen que ver con emocionantes debates,
ilusionantes propuestas y esperanzadoras perspectivas. Vuelven los ancestrales
estigmas del franquismo: futbol y tópicos.
"A los debates hay que ir con la tarea hecha" |
Me parece increíble pedir permiso a la
Junta Electoral Provincial (JEP) de Madrid para celebrar el resultado de la
final de la Champions por tratarse del día de reflexión. Aún tenemos
interiorizados los tiempos en los que en Jueves Santo se oía música sacra y se
cerraban las boîtes. Sin embargo, ese “respeto” por la jornada de reflexión que
precede al supremo y tan ansiado ejercicio democrático queda devaluado con una
singular decisión de la JEP al eximir a un componente de la mesa electoral.
Los
motivos argüidos se resumen en que es un gran aficionado del Atlético y tiene
las entradas para la final en Lisboa y, teniendo en cuenta la distancia,
logística, imprevistos… no podrá estar en Madrid a las 08:30 ¡del día
siguiente! Además, aduce en las alegaciones que “he asistido a 36 bodas
–algunas disueltas por divorcio-, pero esta final es un acontecimiento
excepcional”.
Este hincha, simpatizante de Ciudadanos, acaba de lograr de la
justicia española la devaluación de las responsabilidades ciudadanas en aras de
la democracia, primando una cerril afición sobre una obligación de la que es
muy difícil zafarse, incluso alegando ineludibles responsabilidades laborales,
asunto a tener muy en cuenta, con lo delicado que está el tema del trabajo.
Si hay políticos que pervierten el día
de reflexión (Rubalcaba) y tribunales que eximen de una mesa por un partido de
futbol, es lógico que cada día haya más abstención y la percepción de la
política como un mal necesario. En cuanto a los tópicos, creo que Cañete
puede verse reforzado por el probado efecto de “a mayor presión, más
conmiseración”. La campaña del dóberman resultó negativa para el PSOE y logró
el efecto contrario, porque tendemos a intuir un fondo de nobleza entre tanta
maldad propalada.
A Cañete le “instruyeron” en un debate
para que no aplastara al contrincante por “superioridad intelectual
manifiesta”. Pero hay una superioridad probada en el PSOE con la que no parece
contar nunca el PP: expertos en la provocación y artistas consumados en la
sobreactuación. El PP no cree en las técnicas que han de amortiguar los efectos
que producen estos golpes y, al contrario, exhibe el “hígado” de la gestión y
el “bazo” de la responsabilidad y, al bajar la guardia, pierde por puntos; y,
al día siguiente, por KO técnico.
A los debates hay que ir con la tarea
hecha; la tuya y la que te puede dar el contrincante. Ahí está el debate
Sarkozy vs Royal en el que Sarkozy tuvo que salir como pudo de una Royal
totalmente enervada con las políticas de escolarización. Ahora bien, en todo
momento el candidato masculino siempre mantuvo la compostura; que no era una
pose para evitar la “superioridad intelectual”, simplemente era la reacción más
inteligente. Y las respuestas inteligentes pueden ser de él o de ella, en
Francia. En España, de ninguno de los dos.
La hipocresía de los partidos quedó
desvelada por Cañete con toda claridad al decir que “… por eso no pasa nada en
el ‘duelo de Sorayas’ al tratarse de dos mujeres”.
Esto es descriptivo del nivel
intelectual de nuestros políticos, pues un debate intelectual no es un concurso
de aizkolaris (partir troncos con un hacha). La inteligencia, la elocuencia y
técnicas de provocación no son patrimonio de género, como bien ha quedado
acreditado en el “dewater”.
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