Salvador
Rodríguez Moya
Doctor
en Humanidades y Licenciado en Periodismo
El
episodio del incidente racista sufrido por Dani Alves y que ha desatado una campaña
mundial contra el racismo en el fútbol sirve para introducir un fenómeno que a
primera vista pudiera resultar controlado pero que, por desgracia, sufre
rebrotes como el de los últimos días. A estas alturas quién no conoce la
reacción irónica del futbolista azulgrana cuando le lanzan un plátano, lo coge
y se lo come antes de lanzar el córner. Un gesto original y simbólico para
denunciar que le están llamando “mono” en los estadios españoles. Al tratarse
de un personaje mediático su respuesta dio la vuelta al mundo, se creó la
etiqueta #todossomosmacacos y hasta jefes de gobierno de Brasil, Ecuador o
Italia se han fotografiado con un plátano o banana en señal de protesta.
Dani Alves |
A los pocos días, el futbolista Diop
hace el baile del mono en el Ciudad de Valencia, víctima del racismo, es su
particular manera de reaccionar ante la discriminación de unos pocos que se
ocultan entre la masa para descargar desahogos repugnantes que, en pleno siglo
XXI todavía no hemos superado.
Se puede reflexionar y debatir sobre el
racismo desde diferentes enfoques, desde una perspectiva histórica repasar
los gestos racistas a lo largo de la historia del fútbol y hacer un recorrido
por sus principales sufridores. Desde una vertiente más sociológica, contrastar
la opinión de sus protagonistas que también hemos estudiado en profundidad pero
hoy, en este foro de periodistas, procede hablar de la dimensión mediática y el
papel que jugamos los medios en el racismo en el fútbol.
En líneas generales, la respuesta ha sido
contundente, sin disculpas, sin excusas, denunciando el gesto racista y no
me refiero sólo a la prensa deportiva especializada, sino a la generalista que
ha dedicado artículos, reportajes y editoriales para denunciar que hay que
tener tolerancia cero ante comportamientos ofensivos de esta índole. Luego
están las excepciones, sobre todo, de tertulianos futboleros que en lugar de
ser analistas son verdaderos forofos y que están haciendo un flaco favor a la
profesión. Nos ocupa el gesto de Alves, la cascada de reacciones que ha
producido a nivel internacional y el papel que jugamos los periodistas,
informando y analizando esta realidad social pero antes vamos a contextualizar
el racismo en el fútbol.
Salva Moya, periodista de Canal Sur en Almería, es autor de 'Tarjeta negra al racismo' |
Podemos decir que es una tendencia de la
propia sociedad europea pero las alarmas siempre tienen que estar activadas
para evitar rebrotes y que aquella moda peligrosa en los estadios de 2006 no se
vuelva a repetir. Estos son dos datos de un muestreo reciente a futbolistas de
raza negra siendo jugadores de Primera División, recogidos en mi tesis
doctoral: el 25 % opina que España es racista y 56,2 % ha sufrido racismo en
nuestro país.
Recordarán la amenaza de Samuel Etoo de
abandonar La Romareda. Hay un antes y un después de aquel gesto. El gobierno
se toma en serio el problema y se crea la Ley contra la violencia, el racismo, la xenofobia
y la intolerancia en el deporte. De este modo, en 2007 se cubre un vacío con la
nueva normativa jurídica que lucha contra el racismo de forma explícita en
nuestro país. Lo primero que deberían de hacer todos los que, de una u otra
manera forman parte del fútbol, es conocer en profundidad el texto legal. Es
una ley muy completa y, sin embargo, “desconocida” para las propias instancias
del fútbol.
En los últimos años se produce una
disminución de los gestos racistas o xenófobos porque además de la creación
de la Ley
19/2007, hay más concienciación con el fenómeno, desde los propios aficionados
que ayudan a identificar a los violentos, las cámaras de televisión en los
estadios al servicio de la seguridad o el endurecimiento de los castigos. Esta
realidad nos lleva a una primera conclusión. La sanción ejemplar es una de las
medidas más eficaces en contra de la discriminación en el fútbol. Y en España
falta contundencia para aplicar la normativa, nunca se ha cerrado un estadio,
la ofensa a Dani Alves ha quedado en una multa económica de 12.000 euros y eso
que eran reincidentes en Villarreal tras el lanzamiento de un bote de
gas.
Son episodios que se repiten en el tiempo
y que tienen más repercusión mediática si los sufre Dani Alves, Diego Costa o
Marcelo que, por ejemplo, soportó ofensas de aficionados atléticos en presencia
de su hijo en su propio estadio hace dos meses. “Los insultos racistas jamás
afectarán mi tranquilidad”, comentó el brasileño.
Este domingo Constant, del Milan, recibió un plátano un aficionado del Alatalanta |
Si nos comparamos con el fútbol
suramericano o con Europa del Este los avances son notables en materia de
prevención y concienciación pero si la referencia es la Premier , no podemos
presumir. Los ingleses no son más listos ni más buenos, simplemente sufrieron
mucho antes el racismo y en consecuencia, antes se pusieron a trabajar para
combatirlo.
De todas formas que nadie piense que el
fútbol inglés es la panacea. La sanción del racismo es fuerte, sin embargo,
en temas como la orientación sexual, el aspecto físico, “acordarse” de la
madre, mujer o hermana de un jugador contrario es común en los cánticos del
público y no está tan castigado. Es la teoría del “insulto eficaz”. Es la
ofensa más hiriente posible, que puede ser racista o de cualquier otra índole.
Ahora los discapacitados, aprovechando el boom Dani Alves, han denunciado el
uso de la palabra “subnormal” entre los insultos vejatorios en los campos de
fútbol.
Los periodistas almerienses Sonia Arráez y JuanGabriel García, también con humor contra el racismo |
En cualquier caso, tenemos que reconocer
que el fútbol inglés está a la vanguardia en normativa preventiva y
sensibilización. Es un espejo donde mirarse. Ello no significa que el racismo
sea un problema superado porque se produjo un rebrote en 2011; a John Terry le
despojan la capitanía de la selección por insultos a Ferdinald; Luis Suárez es
castigado con ocho partidos por insultos a Évra.
El último caso, la sanción a Nicolás Anelka
por este gesto, considerado antisemita.: cinco partidos de sanción y 97.000
euros. Al entrenador del Newcastle por un cabezado a un futbolista le ha
sancionado su propio club, la
Federación y le han caído siete partidos de suspensión. En
España, Mourinho le meto el dedo en el ojo a Tito Vilanova y el presidente de la Federación lo indulta.
En España nos hemos relajado. El
Observatorio contra el racismo en el deporte no se reúne desde hace años. A
simple vista resulta un signo positivo que haya poco que discutir pero
relajarse es un grave error. No hay que bajar la guardia, como está haciendo la UEFA con su campaña de
sensibilización NO TO RACISM. En el fútbol español echamos en falta un líder
que sea un embajador mediático en la lucha contra el racismo como hay en otros
países. Las estrellas actuales, como Messi o Cristiano, deberían implicarse más
e invertir su carisma también en la educación formativa.
En el fútbol español se peca de mirar para
otro lado y todavía existe un racismo oculto, institucional, amparado por
los propios dirigentes de los clubes. Excepciones: el ex presidente del
Barcelona, Joan Laporta frente a la indolencia de otros directivos, emprendió
una cruzada contra los Boixos Nois. Fernando Roig eliminó la peña radical
Frente Amarillo que se estaba gestando en el inicio de su mandato en el
Villarreal. El presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, aprovechando las
disputas internas de Ultrassur y crea la Grada Joven para expulsarlos del fondo sur.
Al margen de estos gestos puntuales, la
realidad nos dice que en 2014 no hay ningún directivo ni entrenador de raza
negra en la élite. En otros países sí ocupan cargos relevantes. En Francia, el
ex presidente del Olimpique de Marsella, Pape Diouf, era negro y el ex jugador
Thuram rechazó un puesto de ministro ofrecido por Sarkozy en 2008 o el Milán ha
contratado a Seedorf, el primer entrenador negro en el Calcio.
De manera más o menos intermitente, hay que reconocer que los gestos para mejorar la multiculturalidad del fútbol español es una realidad. Por ejemplo,la Federación Andaluza de Fútbol llevó a cabo una
campaña la temporada pasada contra el racismo. Este tipo de iniciativas son
fundamentales y suman. Se trata de concienciar a través del respeto, dando
ejemplo y denunciando los elementos nocivos que rodean la práctica deportiva. O
su escuela de padres.
De manera más o menos intermitente, hay que reconocer que los gestos para mejorar la multiculturalidad del fútbol español es una realidad. Por ejemplo,
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