Gabriel
Sánchez Ogáyar
Escritor
Dos
días después de la publicación del artículo en el que denunciamos la venta
ilegal de pescado en el puerto de Almería la respuesta por parte de la Autoridad Portuaria
no se hizo esperar remitiéndonos un escrito ambiguo a pesar de la conclusiones
que dicen textualmente: “La segunda venta está prohibida en el Recinto
Portuario, y no existen locales autorizados para la actividad”.
Trinidad Cabeo, presidenta de la Autoridad Portuaria de Almería |
¿Pero
qué hay de cierto en esto? Vayamos por partes, Si bien hay un decreto de 27 de
mayo de 1997 que regula la comercialización de los productos de pesca en la
comunidad autónoma Andaluza, este parece ser que es desconocido por la Autoridad Portuaria ,
y si lo conoce se lo salta a la torera interpretándolo como bien le parece,
haciendo de su capa un sayo. Que se hace segunda venta no tenemos la menor duda.
También, que los locales donde se llevan a cabo esta actividad no están
autorizados para llevar a cabo la misma, no solo porque el decreto lo prohíba. ¿Cumplen
con la normativa higiénico-sanitaria, que regula dichos locales? ¿Tienen
licencia de apertura para tal fin?
El
escrito que la
Autoridad Portuaria nos ha remitido dice: “El puerto de
Almería tiene tres tipos de instalaciones puestas a disposición del sector para
la actividad pesquera: la lonja donde se subasta el pescado de primera venta”. Lo
dice la Autoridad
Portuaria y queda claro: primera venta. Y sigue diciendo: “También
los locales de armadores donde se almacenan los pertrechos de pesca y los
locales de compradores donde se preparan estos productos para la reventa al
consumidor”.
Dicho
de otro modo, donde se manipula el pescado para la venta en el exterior, ya sea
en pescaderías, mercados o para la exportación, pero si se vende dentro del
recinto portuario, ¿puede llamarse a esto segunda venta? Indudablemente sí. Sin
embargo un decreto lo prohíbe. ¿No se estará prevaricando? Aún no nos atrevemos
a confirmarlo aunque de lo que no hay duda es que o la Autoridad Portuaria
interpreta el decreto a su libre albedrío o hace la vista gorda.
Pero
si me apuran mi opinión es que siendo la Autoridad Portuaria
consciente de lo que sucede, lo consiente e incluso lo fomenta. La pregunta que
debemos hacernos es: ¿Por qué lo hace? ¿Hay algún tipo de interés espurio? En
ello estamos.
¿Pero
qué es segunda venta? Segunda venta es todo aquel producto que se vende después
de ser subastado, ya venga de la propia lonja de Almería o de otros puertos.
Esto anula cualquier excusa o argumento que desde la Autoridad Portuaria
se busque para justificar dicha actividad. Nada que decir si este producto se
vende fuera de la zona portuaria en unas instalaciones adecuadas.
Sin
embargo, no es el caso. La venta se realiza dentro del puerto sin que la
autoridad competente haga nada para evitarlo. Tanto es así que añade: “Existe
conocimiento de la actividad irregular por venta de pescados desde vehículos y
furgones alejados de la visión de las cámaras del CCTV que cuando la policía
los detecta son denunciados, ya que la venta ambulante dentro del puerto está
prohibida por razones obvias sanitarias y legales.
¿Ante
esto, qué decir? No me cabe por más que decir que mienten, toda vez que los
policías portuarios, que por cierto son más de medio centenar, no hacen nada,
como hemos comprobado. Las imágenes tomadas así lo confirman después de que un
vehículo policial aparcara puerta con puerta con un furgón que vende almejas
sin que ni tan siquiera el agente se bajase del vehículo.
Algo
huele a podrido en el puerto de Almería o al menos así parece. El oscurantismo
prevalece sobre la aparente transparencia que quieren hacernos ver. Muestra de
ello es su proceder después de que, atendida la llamada que a un servidor le
hicieron desde la
Autoridad Portuaria en la que primó por parte de la misma un
trato cordial y educado, e incluso de aparente colaboración, dicha colaboración
ha brillado por su ausencia.
Si
bien es cierto que nuestra actitud fue paciente, no menos cierto fue nuestra
insistencia. Esto hizo que se prestaran finalmente a colaborar animándonos
incluso a llamar a Rafael Serrano, el jefe de la policía portuaria, según me
pidiera la propia presidenta, Trinidad Cabeo, para que fuese éste quien,
hablando conmigo, me confirmara lo dicho por ella.
Sin
embargo, Rafael Serrano se mostró extrañado y hasta suspicaz y no porque le
llamásemos sino porque hubiera sido la presidenta quien me pidiera que lo
hiciera, toda vez que “le tienen prohibido representar a la Autoridad Portuaria ”.
Esto me hizo sospechar que había un enfrentamiento entre ambos. ¿Tendrá algo
que ver la denuncia interpuesta por éste a la Autoridad Portuaria ?
Para
este que escribe la profesionalidad de Rafael Serrano queda fuera de toda duda,
pues a pesar de mi insistencia se negó a pronunciarse remitiéndonos de nuevo a la Autoridad Portuaria
a la que, según me dijo, había remitido un informe después de que saliese el
anterior artículo. De dicho informe se negó a darme ningún detalle. No estaría
mal que Trinidad Cabeo, en aras de la trasparencia de la que hace gala, lo hiciera
público si como dice “nada tiene que ocultar”.
Ni
que decir tiene que me siento molesto y aburrido de escuchar buenas palabras y
que me irrita que me mareen, me ninguneen y hasta utilicen la táctica de darme
largas, aparentando que no pasa nada, que las puertas están abiertas y que hay
transparencia. Es evidente que la policía portuaria sabe de sobra lo que
sucede, sabe que se hace segunda venta y sabe que se venden productos del mar
traídos de otros puertos en el recinto portuario, que es consciente que dicho
producto se descarga desde las furgonetas directamente a los compradores sin
que dicho producto sea fiscalizado y sin que este pase los controles
sanitarios.
Muestra
de ello son las imágenes que hemos tomado. En resumen, y para que quede claro:
cualquier producto que haya sido subastado y vuelva a ser vendido se considera
segunda venta, ya haya sido comprado en la lonja almeriense o en cualquier otro
puerto, a no ser que la compra se haya hecho directamente al barco pesquero sin
que este haya pasado por la lonja. Entonces, además, es un delito.
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