José
A. Martínez Soler
Periodista / Por Almería
El profesor
Orejudo, de la UAL ,
es un hombre corajudo (valeroso, esforzado, valiente) que no tiene pelos en la
lengua. Su autoentrevista en eldiario.es, no exenta de sarcasmo, termina
con el título de este comentario: “Almería is not Spain“. Este es
su último párrafo:
Orejudo: “Pues
mire, qué quiere que le diga: la situación fiscal del País Vasco es cojonuda,
así que me parece muy bien que se implante también en Cataluña. Lo que no sé a
qué está esperando Susana Díaz para pedir que se nos aplique en Andalucía, a
ver si así mejora un poco nuestra vida en Almería, que es donde yo vivo y pago
el mismo IRPF que mis colegas de la
Pompeu i Fabra. Lo digo porque aquí no tenemos vía férrea ni autovía
que nos conecte con Málaga y Murcia, que son las dos provincias con las que
limitamos. Y los viajes en avión son tan caros que a veces sale más a cuenta ir
a Londres con un low cost y de allí pillar un vuelo barato a Madrid. Se lo digo
con la mano en el corazón: Almería is not Spain”.
Desde
luego, si qusieramos competir (que no queremos) con Cataluña y el País Vasco en
victimismo, los almerienses llevaríamos las de ganar. Y con razón. Pero antes
de caer en la trampa del sentimiento victimista (de la que hablamos el
miércoles en nuestra tertulia de almerienses transterrados) debo declarar
solemnemente que, al igual que amo a los judíos y destesto a los sionistas
(como Woody Allen), también amo a los catalanes, vascos, castellanos, etc., y
destesto a los nacionalistas.
Desde
que existe la soberanía del pueblo español, proclamada por primera vez por sus
representantes en Las Cortes de Cádiz de 1812, llevamos algo más de 200 años
favoreciendo todo aquello que favorece a las regiones, nacionalidades o naciones
más ricas a costa de las más pobres. Con
una mano en el corazón y otra en el monedero, a los independientistas catalanes
les conviene hacer cuentas. Solo en los últimos años, en democracia, se ha
tratado de compensar mínimamente la insolidaridad propia de la economía de
mercado cuando el Estado no pone límites solidarios a la avaricia del
capitalismo.
“Follow
the money” (Sigue al dinero).
Si
repasáramos la cuentas de los bancos y cajas de Ahorro de España,
comprobaríamos que el ahorro de las zonas más pobres (Extremadura, Andalucía,
las Castillas, etc.) ha ido a parar habitualmente a las zonas más ricas (Cataluña,
Madrid, País Vasco, etc.) Es natural. Desde el punto del vista de la
rentabilidad, el dinero llama al dinero.
Los
independentistas deberían repasar adonde iba a parar el dinero ahorrado por
todos los españoles durante la
Restauración canovista y toda la dictadura de Franco.
Deberían estudiar, por ejemplo, la política arancelaria de la monarquía de Alfonso
XIII y el destino de los coeficientes de inversión obligatoria del sistema
financiero en la dictadura y buena parte de la democracia, desde el fin de la
guerra civil hasta finales de los años 80. ¿Les suena Fuerzas Eléctricas de
Cataluña, Aguas de Barcelona, Altos Hornos de Vizcaya, etc, etc, etc.?
Cuando
en la península ibérica solo había carreteras de tercera (salvo la ruinosa
autovía Sevilla-Cadiz, de Carrero Blanco), Cataluña tenía autopistas, de pago,
sí, pero autopistas.
¿Algún
victimista/independentista se ha preguntado por qué se instaló la SEAT en Cataluña? Por orden
directa del dictador Francisco Franco quien siempre se sintió en deuda con el
capital catalán y balear que tanto le ayudó a ganar la guerra civil y
consolidar su dictadura.
Es
cierto que Franco maltrató a la lengua catalana, como Artur Mas maltrata a la
lengua castellana, pero en asuntos de pelas, el dictador no hizo más que
favorecer a Cataluña con los ahorros, entre otros, de los almerienses.
Si
los independentistas catalanes pregonan que “Catalunya is not Spain”, puestos a
ser victimistas, los almerienses tenemos más razones que ellos para decir que “Almería
is not Spain”. Y eso que en Cataluña, los de Almería somos mayoría.
¡Ay,
mi Cataluña querida! ¡Quien te ha visto y quien te ve!
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