Pepe Fernández
Periodista
Carmona
ha sido sede de los cursos de verano de la Universidad Pablo
de Olavide, que han acogido el curso ‘El control de los poderes
políticos, económicos y financieros sobre los medios de comunicación’,
una acción formativa coordinada por el presidente de la Asociación de la Prensa de Sevilla, Rafael
Rodríguez. La mesa redonda de la jornada de ayer trató sobre “El control y la
presión sobre los periodistas”. Moderada por Pepe Fernández contó con la
intervención de Anabel Díez y Esther Palomera. El que fue director
regional de Onda Cero en Andalucía, Pepe Fernández, expuso las razones de su
salida de la emisora. Reproducimos, por su interés, su intervención,
reproducida en su blog. El título que encabeza esta reproducción es de La Opinión de Almería.
Pepe Fernández |
Muy
buenos días y muchas gracias, a todos y a todas, por vuestra asistencia a esta
mesa redonda en la "Sede Olavide en Carmona". Se
nos convoca esta mañana, en esta histórica ciudad, donde además se redactó el
primer Estatuto de Autonomía de Andalucía, para cambiar impresiones sobre
"El control y la presión sobre los periodistas". Un
enunciado atractivo, sin duda, en tanto en cuanto quienes ejercemos el oficio
de ser notarios de la actualidad que nos rodea somos -no lo olvidemos-
depositarios y administradores de un derecho fundamental de los ciudadanos como
es el Derecho a la
Información.
El
control y la presión sobre la información. Dos términos que en el mundo del
periodismo actual hay que distribuir a partes iguales entre los medios y los
periodistas que en ellos trabajamos. Control de los medios, a través de sus
consejos de administración, desde sus cuentas de explotación, sus concesiones
administrativas, incluso sus deberes fiscales o tributarios y, sobre todo,
presión sobre los profesionales que, a
pie de tajo, comprueban habitualmente como se les obliga, no ya a contar que lo
negro es blanco, sino algo más grave todavía: obviar o silenciar aquellas
informaciones que, siendo verdad y de interés general, son incómodas al poder
de turno; el mismo poder político que invierte dinero público, supuestamente
con fines publicitarios y servir a la sociedad, para el control de los medios y
sus contenidos informativos.
El
control y la presión. ¿Es similar en la capital del reino que en el resto de
comunidades o provincias? Seguramente las magnitudes serán distintas, aunque el
fondo sea el mismo. Permítanme
que les cuente muy por encima mi experiencia personal en la penúltima etapa
vivida profesionalmente. Ayer
jueves se cumplieron dos años exactos de mi despido en Onda Cero.
Un
17 de julio, sin previo aviso, ni siquiera tiempo para recoger mis
pertenencias, acumuladas durante 19 años en el despacho de la Dirección Regional
de la cadena en Andalucía -de la que fui uno de sus fundadores- el Director
General de la cadena se plantó en Sevilla y me presentó la carta de despido y
el correspondiente talón con el finiquito. Siempre pensé que, al igual que me
habían sentado en aquel despacho, algún día alguien me diría que debería
abandonarlo. Siempre lo tuve asumido, lo que supuso una gran ventaja
sicológica. Nada es eterno.
Ni
siquiera pregunté los motivos del despido porque los intuía, aunque en ese
momento confieso que no tenia los datos y evidencias que, dos años después, sí
poseo. Conste en acta que, siendo duro de asimilar aquel acto por inesperado,
todo transcurrió en un clima correcto y en cierta medida afectuoso entre ambos. Abandoné
esa tarde las instalaciones por la misma puerta principal por la que entré el 1
de julio de 1993. Volví al cabo de varias semanas para empaquetar y recoger mis
pertenecías acumuladas durante dos décadas.
Aquella
misma tarde del 17 de julio me cortaron el teléfono corporativo y también el
servicio de correo electrónico. Pagué de mi bolsillo, por tanto, las despedidas
de rigor de mis compañeras y compañeros de la casa. En
realidad mi cese al frente de la segunda cadena de radio en Andalucía -me la
encontré siendo la cuarta en audiencia y en pérdidas- estaba decidido un año y
cuatro meses atrás. Y, desde luego, no por la marcha de la audiencia ni por
cuenta de explotación, por la que cada año resulté gratificado con el
correspondiente bonus complementario.
"Olvídate de Almería, deja los temas de Almería, actúa como si no existiera Almería" Foto: Javier González Ferrari / El País |
Muy
sencillo: desde el año 2007, junto a mi equipo de periodistas en El Ejido,
Almería y Sevilla, habíamos empezado a destapar allí una trama de corrupción en
el PP a gran escala y que, a la postre, la Justicia acabó denominando "Operación
Poniente", dando la razón a nuestras denuncias periodísticas, apoyadas por
la franquicia del diario El Mundo de Almería.
Millones
de euros de dinero público robado, casi un centenar de imputados, el alcalde de
El Ejido y varios empresarios en prisión, fueron los datos más reseñables,
fruto de la acción de la
Justicia y de aquella labor informativa entorno a un proceso
que hoy, siete años después, sigue instruyéndose lentamente en un juzgado de
Almería y sin fecha fijada para la vista oral.
Un dato, por cierto, verdaderamente alarmante en un Estado de Derecho.
Siempre
consideramos, como se está viendo en la actualidad, que la corrupción
almeriense no solo estaba en El Ejido, sino que se extendía a Roquetas y al
resto de la provincia. Por aquella época, el líder regional del PP andaluz,
Javier Arenas, ya había decidido desembarcar en Almería de la mano del líder
local Gabriel Amat y, desde allí, intentar conquistar la Junta de Andalucía por
enésima vez.
Déjenme
decirles que en Almería, aún a día de hoy, la corrupción político económica
goza de una especie de "Ley de silencio" entre los dos grandes
partidos, PP y PSOE; una especie de omertá por la que ambos no se denuncian
mutuamente en los juzgados. Solo pequeños altercados y sin mayor trascendencia.
Algo que, como se ha visto, no sucede en el resto de Andalucía, leáse Caso Eres
por ejemplo.
"Se nos obligó a ir de la mano editorialmente del diario La Razón" |
En
lontananza aparecían unas autonómicas y el irresistible ascenso del líder
Arenas al que los sondeos situaban, erróneamente según se comprobó el 25 de
marzo de 2012, en la presidencia de la Junta. ¡Cuantos trajes de consejeros se hicieron
gentes del PP en esa etapa!
Las
presiones y las consignas aumentaron. Incluso se me pidió el relevo de mi Jefa
de Informativos, cese al que por supuesto me opuse en tanto yo fuese el
director. "Cesadme a mí antes" llegué a decirle entonces a mi
presidente. De igual forma se nos obligó a ir de la mano editorialmente del
diario La Razón
que, sin formar parte oficialmente del Grupo, ejercía gran influencia editorial
en la tele y en la radio a través de su presidente Mauricio Casals, el hombre
que velaba editorialmente en el Grupo Antena 3 por los intereses de
comunicación del PP. Un tipo, por cierto, muy amigo de Javier Arenas y ambos
sabrán de qué y por qué.
Podría
entrar en infinidad de detalles sobre las múltiples presiones y consignas
recibidas, siempre para favorecer las necesidades informativas del PP, cuyos
responsables en Andalucía nos puenteaban habitualmente y recurrían
sistemáticamente a Madrid para
imponernos su criterio y sus manejos informativos en los contenidos de la redacción.
No se fiaban de un director que, por sistema, siempre defendí la libertad de
mis compañeros periodistas frente a los aparatos, presiones y criterios de los
partidos o clanes de intereses. Unas consignas, todo sea dicho de paso, que
nunca trasladé a mi equipo de redacción- y ahí siguen todos para atestiguarlo-
en tanto que siempre avalé su trabajo profesional desde la calidad, la
pluralidad y la independencia, las únicas consignas, por cierto, que escuché
encantado de boca del dueño de la cadena, el editor José Manuel Lara Bosch en
sus visitas a Sevilla.
Fue
tanta la osadía del PP andaluz de Javier Arenas por intentar controlarnos que,
a cambio de una pequeña inversión mensual en la cadena regional, me plantearon
firmar un convenio- que me negué a suscribir, por supuesto- que en una de sus
clausulas imponían la selección de contertulios a participar en nuestros
programas regionales de opinión.
Confieso,
sin embargo, mi única frustración a la hora de poder evitar, en junio de 2012,
el caprichoso despido de la delegada de la emisora de El Ejido, Eva Liria, la
periodista que años atrás había destapado la "Operación Poniente" en
Almería y que fue despedida, por indicaciones políticas directas del PP
almeriense, poco antes de mi cese. Por supuesto con financiación institucional
abundante de por medio de los populares desde ayuntamientos y la Diputación de Almería.
Una decisión que consideré injusta y que tensionó sobremanera mi relación con
la cúpula de la cadena debido a mi oposición a un despido injustificado
profesional y empresarialmente.
Grosso
modo esta fue mi experiencia final en Onda Cero, a propósito de la temática que
hoy nos reúne aquí. Tras abandonar la dirección regional, fue cesada la Jefa regional de
Informativos, también por indicaciones del PP. Pero esas cosas no solo
sucedieron en Onda Cero Andalucía, también en otros medios radiofónicos. La
misma suerte que yo corrió el Jefe de Informativos de Cope Andalucía, que fue
despedido a petición del alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, entre otras
cosas por dar voz a los trabajadores en una huelga de basuras en Sevilla.
Ni
que decir tiene que a cambio de estas escabechinas entre los profesionales de
los medios, las inversiones de publicidad institucional aumentaron desde
administraciones del PP en proporción a la disminución de la libertad y el
pluralismo en el derecho a la información de los oyentes.
"Renuncié a una fuerte inversión municipal por no entregar "la cabeza" de un colaborador llamado Paco Robles". |
No
exagero si afirmo que, a día de hoy, el poder político en Andalucía ha
conseguido domesticar y someter al periodismo. Entre otras cosas porque los
autores materiales de estas tropelías se han permitido presumir posteriormente
en público de sus hazañas, con el único objetivo de intimidar a la profesión,
para que se sepa quien manda de verdad en los medios y en los periodistas.
Estos
ejemplos en torno al ejercicio del periodismo en provincias nos dan pie para
preguntarnos esta mañana por numerosas cuestiones que dejo sobre la mesa para
que, tanto Anabel (Diez) como Esther (Palomera), si lo consideran oportuno,
entren en materia.
-¿Este
tipo de presiones se ejercen solamente en provincias o en Madrid también se
cuecen habas y más gordas?
-¿Qué
hacen o qué podemos hacer los periodistas para evitar el manejo de nuestro trabajo por parte de los políticos?
-¿Por
qué el periodista es el único trabajador que, normalmente, no es defendido
desde el resto de los medios y, muchas veces, ni siquiera por los sindicatos o
las asociaciones profesionales?
-Admitir
y tragar con este tipo de prácticas de control de los periodistas ¿podría estar
en el fondo del desprestigio ante la ciudadanía de nuestra profesión en la
actualidad?
-Al
igual que está sucediendo en el ámbito político, ¿el periodismo debiera hacer
autocritica de todo aquello que nos ha alejado de nuestra labor de
administradores de un derecho fundamental como es el de la información de los
ciudadanos?
Cuestiones
todas ellas que nos preocupan no solo a los periodistas, también a la sociedad
a la que servimos. Muchas
gracias.
Si hace 10 años preguntaras a la población que cantidad de políticos creía que metía mano en la caja, o que usaba sus influencias para sacar provecho particular, la respuesta mayoritaria apostaría a que alto porcentaje se dedicaba a esto, y era su única razón del cargo. Si en estos momentos preguntamos si teníamos conciencia de que podía ser una corrupción tan generalizada y descaradamente millonaria, con indicios de mafia, y dilapidación general del bien común, creo que todos nosotros mostraríamos nuestra sorpresa. Hemos dejado avanzar demasiado esta enfermedad. Puede que todavía tengamos remedio, pero los cirujanos y transfusiones de sangre necesarias, dudo que den a basto. Una autentica locura, en medio de una urgente necesidad. @mikeltrujillo
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