Mar
Verdejo
Equo
Almería
En
Almería el verbo dimitir no forma parte de la vida política: ni en infinitivo, ni
en gerundio, ni en participio, y a estas alturas la ciudadanía ni lo esperamos.
El descrédito en la política y en los políticos tiene que ver con sus acciones
y con lo que dicen. ¿Cómo es posible que el presidente del PP en Almería,
Gabriel Amat, diga que “están tranquilos” ante la imputación por cuatro, presuntos,
delitos urbanísticos sobre el alcalde de su partido en la ciudad de El Ejido, Francisco
Góngora?
La Verdad de El Ejido |
También es cierto que, a estas alturas, no
esperamos nada de ellos. Todos los partidos que gestionan están en el “ajo”
y con la connivencia de ciertos empresarios y políticos en sociedades y
negocios en la provincia. Esto hace que ante los saqueadores la ciudadanía esté
en desamparo total. “Es insoportable la obscenidad de la corrupción”, dice el
periodista Javier Gallego.
Y en
este país, en el que desde Europa se nos ve como en continua putrefacción y sin
solución, a los corruptos se les protege, alaba y potencia en los aparatos políticos
y empresariales. La falta de trasparencia en las relaciones entre políticos, empresarios
y dirigentes de entidades bancarias en Almería hace que el entramado de
corrupción sea abrumador y a la vez oscuro.
¿Dónde
están los valores morales de los que tanto hablan? Imagino que diluidos en la
sociedad bipolar en la que viven, en la que con una mano se dan golpes de pecho
y con la otra ocultan y trapichean. Algo así como el dicho popular “lo que sabe
la mano derecha que no lo sepa la izquierda”.
Le
recordaré a Gabriel Amat las mismas palabras que usó sobre los periodistas: “Hay
que quitar de en medio a los que desprestigian a los periodistas o cualquier
actividad”, y en cualquier actividad también entra el ejercicio de la política.
“La ejemplaridad obliga a estar
permanentemente en ejercicio de transparencia”, asegura el asesor político A.
Gutiérrez-Rubí. La ciudadanía no queremos resignarnos ni conformarnos a tener
representantes corruptos o presuntos corruptos que no nos inspiren confianza ni
a una política y justicia que recupere la coherencia entre lo que se hace y lo
que se dice; sin privilegios a los saqueadores de los bienes comunes para
conseguir los propios.
No
se puede permitir que se les amnistíe ni que se les proteja con los
aforamientos. No se puede permitir que queden impunes por la ralentizada
justicia que los cobija, bajo sus confusas y nuevas leyes. Dimitir, dimitiendo y
dimitido tiene que ser un verbo cotidiano en el sistema emponzonado que han
creado.
Ante
la cultura del “pelotazo” ya no esperamos contundencia y ejemplaridad, porque el
sistema está putrefacto, así que la ciudadanía en Almería empieza a remar hacia
el mar sin tiempo que perder, con ideas innovadoras y solidarias: con
propuestas coherentes y más transparentes acorde a los tiempos que nos han
tocado vivir.
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