El negocio del agua

Adela Segura
Diputada de Andalucía por el PSOE

Ha tenido que pasar todo un año entero para que la empresa pública Galasa, dependiente de la Diputación Provincial, ponga en marcha los mecanismos necesarios para que el agua que suministra a los municipios del Levante de Almería y Bajo Almanzora pueda ser declarada apta por las autoridades sanitarias. Un año desde que el vicepresidente de la Diputación, Javier Aureliano García, dijera de manera irresponsable: “Si el delegado Territorial de Salud, Alfredo Valdivia, dice que no es apta para el consumo, yo digo todo lo contrario y recomiendo a los ciudadanos que usen el agua”.

"Cuando el negocio entra por la puerta
el interés general salta por la ventana"
Pues bien, 12 meses después de esta ‘proeza’ del agua apta, el presidente de la Diputación Provincial de Almería, el ‘popular’ Gabriel Amat, la vende como un gran logro. Entretanto, los vecinos de estos municipios han tenido que pagar religiosamente sus recibos –aunque el agua que se les suministrara no fuese la adecuada – y asistir a la ceremonia de la confusión que desde la Diputación se ha orquestado en su intento de modificar los estatutos, que nadie quiso aprobar, para aumentar de manera brutal las tarifas en hasta un 175%.

Y es que ni siquiera pudieron convencer a los Ayuntamientos gobernados por el Partido Popular, a los que metieron en un callejón sin salida. El PP, por lo tanto, no solo no ha solucionado el problema de Galasa, sino que lo ha agravado, dejando, además, en ridículo a los alcaldes del PP que forman parte de la Junta General de Accionistas de Galasa.

El PSOE está dispuesto a colaborar para encontrar una solución al problema de la deuda que ha generado Galasa, siempre y cuando esa solución no vaya en contra de la autonomía local de los Ayuntamientos, en contra de los intereses de los ciudadanos y en contra de lo que marca la normativa. El agua no puede convertirse, tal y como pretende el PP, en un negocio sino en un derecho para todos los vecinos y vecinas de Almería, de una provincia donde escasea este bien y en cuyo reparto tanto los Ayuntamientos como la Diputación Provincial no tienen competencias.

La derecha, sin embargo, insiste en hacer del agua su “chiringuito” particular y ahora vuelve a la carga auspiciando un convenio entre el Ayuntamiento de Roquetas de Mar y el de Almería para esquilmar aun más el sobreexplotado Acuífero del Poniente mediante la extracción de agua de los conocidos como pozos de Bernal.

La medida resulta aun más escandalosa si se tiene en cuenta que el Gobierno de Rajoy está finalizando –según reconoce la propia Administración central- las obras de la desaladora del Campo de Dalías. ¿Qué hará entonces Gabriel Amat cuando esta infraestructura, que cuenta con una inversión de más de 100 millones de euros, esté terminada? ¿Tomará el mismo camino que el Ayuntamiento de Almería y permitirá que la instalación permanezca ociosa mientras continúa explotando el Acuífero con el consiguiente perjuicio para regantes y población en general?

Van a tener que explicar, y muy bien, todos estos ‘acuerdos’ contrarios al interés de todos. El alcalde almeriense también debe de responder por su inoperancia a la hora de poner en marcha las obras para conectar los depósitos de la Pipa y de San Cristóbal que permitirían que el agua desalada llegara a toda la ciudad, lo que haría innecesaria la extracción de agua de los acuíferos o, al menos, su reducción.

A pesar de que todas las alertas están encendidas, el PP hace caso omiso a los avisos y pone en juego el futuro de toda una comarca como la del Poniente, haciendo bueno el dicho de que cuando el negocio entra por la puerta el interés general salta por la ventana.

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