Antonio Lao
Director de La Voz de Almería
Diario de Almería de hoy |
Con la cercanía de las elecciones municipales, las generales a la vuelta de la
esquina, la perceptible mejora de la situación económica y la llegada de fondos
de la Unión Europea ,
el Ministerio de Fomento se ha enfrascado en una vorágine de licitaciones de
obras y proyectos del AVE en este país. Los datos, que Diario de Almería
avanzaba hace una semana, dejan lugar a pocas dudas: un 35% más de tramos
licitados en lo que va a de año, lo que supone un enorme avance en el mapa
ferroviario de alta velocidad planificado y proyectado por los sucesivos
gobiernos y que han hecho que España sea, con diferencia, uno de los países con
mayor número de kilómetros construidos. Visto así parece que vivamos en jauja.
Pero la realidad para nosotros, los almerienses, dista mucho de acercarse a
algo similar al paraíso y si tiene ciertos toquetes, tufo o aroma a infierno.
Los Presupuestos Generales del Estado para 2014, cortos, muy cortos para esta provincia, contemplaban una inversión de 100 millones de euros para el AVE que debe unir la capital con Murcia. Una obra que el anterior gobierno y de la mano del secretario de Estado de Infraestructuras, el almeriense Jesús Miranda Hita, vivió momentos de gloria. Tal fue la implicación, que se licitaron tramos, se adjudicaron obras y las máquinas los han ejecutado. Son los más complejos por la orografía del terreno, con túneles y puentes. Pero es tal la desidia que nos ha inundado, aderezada con enormes pizcas de crisis, que al Ministerio no se le ha ocurrido otra cosa que tapiar los túneles.
Mucho me temo que si nadie lo remedia, cuando las cosas mejoren, porque mejorarán, y cuando aquellos que nos gobiernan crean, de verdad, que a esta tierra le ha llegado el momento de contar con un tren de alta velocidad que nos una con Madrid y nos abra una nueva vía hacia Europa de la mano de los raíles, la inversión puede duplicarse para recuperar, aunque sea con una mano de pintura, lo ejecutado. Porque para desgracia de los que aquí habitamos, la ministra ha potenciado el AVE con Galicia, que no digo yo que no sea necesario, en detrimento del nuestro.
Los Presupuestos Generales del Estado para 2014, cortos, muy cortos para esta provincia, contemplaban una inversión de 100 millones de euros para el AVE que debe unir la capital con Murcia. Una obra que el anterior gobierno y de la mano del secretario de Estado de Infraestructuras, el almeriense Jesús Miranda Hita, vivió momentos de gloria. Tal fue la implicación, que se licitaron tramos, se adjudicaron obras y las máquinas los han ejecutado. Son los más complejos por la orografía del terreno, con túneles y puentes. Pero es tal la desidia que nos ha inundado, aderezada con enormes pizcas de crisis, que al Ministerio no se le ha ocurrido otra cosa que tapiar los túneles.
Mucho me temo que si nadie lo remedia, cuando las cosas mejoren, porque mejorarán, y cuando aquellos que nos gobiernan crean, de verdad, que a esta tierra le ha llegado el momento de contar con un tren de alta velocidad que nos una con Madrid y nos abra una nueva vía hacia Europa de la mano de los raíles, la inversión puede duplicarse para recuperar, aunque sea con una mano de pintura, lo ejecutado. Porque para desgracia de los que aquí habitamos, la ministra ha potenciado el AVE con Galicia, que no digo yo que no sea necesario, en detrimento del nuestro.
Y es que la señora Ana Pastor es gallega. Como en su
momento Felipe González, sevillano, llevó el caballo de hierro de alta
velocidad hasta hispalis; Magdalena Álvarez, malagueña, lo dejó en las puertas
de la calle Larios en la ciudad de la
Costa del Sol; Aznar, siendo presidente lo dejó en Valladolid
y así una larga lista de prohombres que alcanzaron el poder y que, a través de
su influencia, acercaron las obras públicas a sus patrias chicas.
Ahora,
nuestra presencia en Madrid es tan escasa que no cabe esperar más que otros 100
millones en los presupuestos del estado para 2015, que como los de 2014, no se
gastarán y pasarán a engrosar el ahorro del Estado. Triste, pero es la realidad.
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