Emilio
Ruiz
Permítame
el lector que aproveche esta tribuna para tratar sobre una cuestión
estrictamente personal. No lo hago para solicitar su compasión. Tampoco su
solidaridad. Y menos su colaboración. Lo hago para ponerlo alerta de las cosas
que suceden en el mundo de la globalidad, del que yo hoy soy víctima y mañana
puede ser cualquiera. Lo hago, también, para que, si le sucede un caso similar,
al menos se lo tome con la misma filosofía que yo, y en la medida de lo posible
lo evite. Al fin y el cabo, el asunto no deja de ser el tributo que hay que
pagar por vivir en la era de la modernidad.
Vayamos al grano. Me acaba de citar
el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 3 de Vera para que
comparezca el 30 de julio, a las 11:30, para ser oído en calidad de imputado
–ojo, no es interpretable: estoy imputado-, “asistido de abogado que le
defienda”, por un procedimiento de “Auxilio Nacional” del Juzgado de
Instrucción nº 5 de Sagunto.
Como se da la circunstancia de que nunca he
estado en Sagunto ni recuerdo relación alguna con persona física o jurídica
de esa población valenciana, he pedido a mi abogado –segundo ojo: ya he tenido
que buscarme abogado- que se informe del asunto. Y así lo ha hecho. Aquí tengo,
junto a mí, el grueso volumen del que parte mi imputación. Lo resumo.
El día 17 de diciembre de 2013, a las 10 horas y 26 minutos, comparece ante el Cuerpo
Nacional de Policía de Sagunto doña N. V. C. –pondremos sólo las iniciales, no
vaya a ser…- para denunciar que había recibido un correo electrónico de un tal gestor@bbva.es en el que le indican
que le han concedido una bonificación por su actividad en BBVA de 300
euros, y que, para hacérselos llegar, debe proporcionar “el número CVV que hay
tras la tarjeta de crédito de BBVA”, algo que N. V. C. hace.
“Que el sábado –sigue diciendo la
denuncia-, cuando fue a hacer uso de la tarjeta de crédito, se percató que
tenía la cuenta en negativo… Que le llegaron dos mensajes al móvil, una vez se
realizaron dos cargos a su tarjeta de 600 euros cada uno… Que la denunciante
nunca ha hecho uso de la tarjeta para comprar nada a través de internet”.
Sigo: “Que ha pedido la denunciante a
su entidad que le aporte el justificante de ambos pagos… Que el primer pago se
realizó desde una página web de Suecia, www.webdollar.com, con domicilio en Barcelona, por importe de 600
euros, y el segundo, de una casa de apuestas llamada Juegging Efortuni, de Valencia”, del mismo importe.
Ordenado por el instructor de la causa
“que se realicen gestiones para el total esclarecimiento de los hechos”,
Jueggins Efortuni informa que “de la tarjeta que nos ocupa se abre una cuenta
de juego a través de su página www.efortuni.es realizando
un solo depósito de 600 euros para jugar al póker perdiendo todos los fondos,
no llegando el usuario a obtener ganancias, accediendo desde la IP 212.170.57.100”.
“La cuenta se abre a nombre Emilio Ruiz
Ruiz”, que soy yo, con un número de D. N. I. que es el mío y una fecha de
nacimiento y un domicilio que también son los míos, no así el número de
teléfono y el correo electrónico.
El día 30 intentaré convencer a Su Señoría
de que jamás he jugado por internet a estas cosas. No sé si lo lograré.
Mientras tanto, llevaré con resignación mi imputación. Qué otra cosa puedo
hacer, ¿darle vivas al mundo global?
Internet, a diferencia de otros sistemas, deja rastro. Se sabrá desde qué IP se hicieron los cargos de la tarjeta de crédito, desde que IP se hicieron las apuestas, etc. Así que creo que puedes estar tranquilo porque la carga de la prueba debe ser exacta y no valen falsificaciones.
ResponderEliminarJoaquín Abad
Joaquín, una duda. ¿Y si la conexión la han hecho desde un ciber café o una wifi? El juez puede pensar que he sido yo. En ese caso, ¿tendría que demostrar que el día de autos yo estaba en Vera?
EliminarHola Emilio:
EliminarLa carga de la prueba es de quien acusa. Quien te acusa deberá demostrar tu presencia y coincidencia exacta, sin ninguna duda.
No ve que tengas que preocuparte, más que por las molestias.
Joaquin Abad