Emilio Ruiz
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Una
de las funciones propias de cualquier sindicato, medio de comunicación, partido
político o asociación o gremio del tipo que sea –empresarial, vecinal, profesional,
recreativo…- debe ser su carácter reivindicativo. Como maquinaria constructiva
de lisonjas al poder, éste se basta solo y tiene armas tan poderosas que cualquier
apoyo que reciba es innecesario. Lo que han hecho esta semana José Cano, presidente de Asempal, y Diego Martínez, presidente de la Cámara de Comercio, no es
otra cosa que cumplir con la función que tienen encomendada. ¿Que han sido
ásperos con sus palabras? Ciertamente, lo han sido. Pero es que realmente la
situación es áspera. O “límite”, como dicen ellos.
Amat y Teruel |
Están
en un error quienes creen que movimientos reivindicativos de la sociedad civil devalúan
la fortaleza de los representantes locales del partido del Gobierno, el que sea.
Muy al contrario, les fortalece y, sobre todo, les da credibilidad a sus
demandas. La campaña más “brutal” que, en este sentido, se ha hecho nunca en
Almería fue en los años 80 contra el Gobierno de Felipe González. “Almería, sin salidas” fue un clamor de demanda de
justicia con una tierra marginada. Me lo contó por aquel entonces el que era
secretario provincial de los socialistas, José
Antonio Amate: “Anuncio que sacan en el periódico, fax que mando a Madrid”.
“No
voy a parar ni un solo día de ser reivindicativo ante los ministros Cristóbal Montoro y Ana Pastor para la llegada del AVE”, ha
dicho Gabriel Amat, presidente del
PP de Almería. Pues de eso es de lo que se trata.
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