Antonio
Torres
Director
de Canal Sur en Almería
Hay
una familia de Albox que lleva el periodismo en sus venas gracias al patriarca
que responde al nombre de Francisco Torregrosa Carrillo (Albox, 1945), uno de
los corresponsales más solventes que ha dado el periodismo, tras comenzar en Ideal en los primeros años setenta. Los
Torregrosa-Carmona, Paco y Anita, es una familia con mucho mérito, digna
de admiración. Son los padres de la profesora María Dolores y de los
periodistas Ana, de Canal Sur, premio de Periodismo Manuel Alcántara por el
reportaje Centinelas -en el que cuenta
la peripecia humana de Antonio Muñoz y Joaquín Masegosa, dos supervivientes del
campo de concentración nazi de Mauthausen-, y de Juan Francisco, profesor
titular de Periodismo en la
Universidad Rey Juan Carlos. También, de la ‘pequeña’
Virginia, maestra en Águilas y, además, licenciada en Periodismo.
En
esa escena tiene un plus especial la madre y esposa Anita. Una familia humilde,
padres que desarrollaron su carrera en Correos y que supieron trasladar ese
mensaje directo a los hijos para que todos ellos desarrollen la mejor carrera
con humildad y talante.
Los
medios de comunicación, los editores, de casi todo el mundo perdemos la
posibilidad de contar a la gente las cosas que nos pasan. Paco Torregrosa es un
periodista al que no se le ha reconocido en todo la altura de su talento, pero
el ciudadano de a pie sabe que es un grande. Es el periodista de calle que
reclaman los maestros del oficio, como Kapuscinsky. El corresponsal que obtiene
una foto de las trágicas inundaciones de 1973 y coge su vehículo por pésimas y
sinuosas carreteras para hacerla llegar a la redacción de Ideal en Granada, cuando las redes sociales no eran ni un proyecto.
O cuando aquella foto de la avioneta siniestrada en una noche de truenos en
1994.
Publicó
la primera entrevista al pintor olulense Ibáñez. En los inicios de la
democracia buscó a presidentes de Gobierno y a los primeros alcaldes que
soñaron en aquel 1979 por mejorar sus pueblos. La memoria del
Almanzora pertenece a este periodista legendario. Desde la evolución del mármol
hasta la creación del hospital de Huercal Overa, sus crónicas están escritas o
narradas ante el micrófono de RNE.
Torregrosa
tiene agenda propia. No, no me refiero a la de cuatro políticos, sino el
nombre del conductor del transporte escolar, la del parado que no lleva un euro
a casa o las cosas que le ocurren al panadero.
Su
hijo, Juan Francisco, captó ese aprendizaje. “De mi padre, como periodista, he
aprendido a valorar el olfato, el instinto y la pasión por la noticia. Y a
comprender que eso no se aprende en las facultades de Periodismo. He aprendido
que, cuando se ama la profesión y se tiene oficio, se puede escribir una buena
crónica a partir de cuatro notas apuntadas en una servilleta. Que el periodismo
es crítico o no es periodismo. Que debe estar al servicio de los ciudadanos y
no del poder. Cuando leí que David Randall, en su manual clásico El periodista universal, decía que el
buen periodista acude a un incendio en mitad de la noche tan rápido o más que
los bomberos, me acordé al instante de él. Porque el periodista Paco Torregrosa
siempre ha sido de los que acuden al lugar de la noticia tan pronto como los
que más. A cualquier hora y a cualquier distancia”.
El
género directo es, por antonomasia, el reportaje. Paco lo sabe, pero la mayoría
olvidamos que conviene estar en la calle sin horarios rígidos. Paco, Pedro
Manuel, Miguel Ángel y otros tantos como el maestro Miguel
Ángel Basternier soñamos que se constituya “una especie de doble redacción, una
parte encargada del diarismo, y la otra, con un aire mucho más libre, dedicada
a la investigación, única salida que tenemos para disfrutar de agenda propia”.
Los
Torregrosa tienen capacidad para recuperar el tono con profesionales cuya
vocación y eficiencia seas premiadas. Entonces, habrá rentabilidad para todos.
Y los ciudadanos lo agradecerán.
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