Ideal dedica una página y media a Lauren Bacall y ni una sola línea a la película que rodó en Granada. ¡Viva el periodismo local... vasco! |
La crisis de la prensa de papel está haciendo estragos. Es preocupante observar
cómo algunos periódicos pierden su personalidad y se dejan llevar por lo que
mandan las agencias, o simplemente publican artículos intemporales y de escaso
interés o se limitan a hacer un corta y pego o lo que les envían los gabinetes
de comunicación que reproducen con faltas de ortografía incluidas...
Una prueba de la despersonalización o de la pérdida de identidad de los periódicos provinciales nos la ha ofrecido hoy el periódico Ideal, editado por el grupo vasco Vocento. Dedica dos páginas a glosar la trayectoria artística de la actriz Lauren Bacall, fallecida ayer.
Una prueba de la despersonalización o de la pérdida de identidad de los periódicos provinciales nos la ha ofrecido hoy el periódico Ideal, editado por el grupo vasco Vocento. Dedica dos páginas a glosar la trayectoria artística de la actriz Lauren Bacall, fallecida ayer.
Pues bien, no dedica ni una sola línea
a la película que Lauren Bacall rodó en Granada y que situó a esta provincia en las
carteleras de todo el mundo, La
India en llamas, una gran película con unas tremendas
escenas en la línea de ferrocarril entre Guadix y Almería.
Claro, que todo tiene su explicación. Veámosla: la información
la firma un tal Oskar L. Belategui. Hilen, pues, los hilos: Grupo Correo, nombre y
apellido vasco..., en definitiva, que las redacciones de Ideal en Granada y Almería, esta información, ni la han olido. ¡Y viva el periodismo local!
Obviamente, al periódico y al periodista no se les ha
olvidado una intrascendente declaración que Lauren Bacall hizo... ¿dónde?, ¿en Granada), ¿en Almería?... En San Sebastián,
claro.
La India en llamas
Fermín
Jiménez
Cine
Club Universitario de Almería
Hoy
presentamos una de aventuras, de las que completaban una espléndida sesión de
tarde de las de antes. La India
en llamas es una emocionante película repleta de intriga, acción, tiros,
persecuciones, etc. que inevitablemente, comparada con el cine actual, ha
quedado bastante anticuado. Pero este hecho no resta el interés, he podido
comprobar personalmente como muchos espectadores contemporáneos, rememoraban
con ilusión la película. Aunque no han tenido oportunidad de volver a verla,
por que ni siquiera recordaban el título o el director, si conservaban aún la
imagen de esa travesía interminable por toda la India en una antigua máquina
locomotora, huyendo de las enfurecidas tribus que perseguían al valiente
oficial del glorioso ejercito británico y su media docena de acompañantes,
frente a las insalvables adversidades.
La India en llamas |
Esta
claro que se trata de una típica producción británica de finales de los
cincuenta, destinada al consumo rápido de grandes salas atestadas de público,
realizada con un presupuesto bastante moderado, que obligaba a plantearse el
rodaje de las escenas de interior en los estudios Pinewood de Londres, y emular
la aridez de los paisajes de la
India planificando los exteriores en las cinematográficas
estepas de la cercana comarca de Guadix, que por cierto, resulta plenamente
reconocibles. Hoy día sería impensable concebir un rodaje con un contraste tan
grande entres los distintos planos, pero en aquellos años consiguió la
credibilidad del público presentando a una serie de personajes tan peculiares
como los del legendario oeste. Es fácil recordar a los que compartían la
turbulenta travesía de “La diligencia” de John Ford, (1939) por ejemplo.
La
historia está inspirada en hechos reales, acaecidos a principios del siglo
pasado, cuando ya se resentía la colonización británica de la India , ante los rumores de
sublevación de las tribus musulmanas contra el maharajá de la provincia del
norte, todopoderoso gobernador que guardaba debida lealtad a su majestad.
Inglaterra corresponde enviando al valeroso capitán Scott a una misión
imposible; tan solo su tenacidad, disciplina y obediencia conseguirá alejar del
peligro, hasta llegar a Nueva Delhi, protegiendo la vida del heredero hindú: el
príncipe Kisham, de seis años de edad, su institutriz americana y los demás
acompañantes.
Resulta
curioso que la vieja locomotora “Victoria” por la que nadie apostaba una rupia,
es tratada como un personaje más dentro de la historia y el diverso grupo de
personajes, que no conocen nada de los demás, van relegando sus diálogos al
ritmo que requiere el tren para conseguir huir del enemigo. Si la máquina va
andando, todo marcha bien y entonces la pareja de representantes de la embajada
británica establecen un apasionado y filosófico debate con el cínico periodista
en un usual tono de humor británico. Si la locomotora se resiente en sus
atormentadas válvulas y peligra la supervivencia, el capitán habla, exactamente
con el mismo tono dirigente, animando en todo momento a los pasajeros con el
optimismo del héroe de la tropa, y sufrirá las encendidas réplicas anglófobas
de la mujer americana. Pero ahí estará su amigo Gupta, el maquinista indio
entregado a su misión de vigilar todo latido de su amada máquina locomotora que
con sangre, sudor y lágrimas cumplirá con cada kilómetro de vía hasta tomar
estación a salvo. La relación del capitán Scott y el mecánico maquinista indio
traspasa la convención “Sahid/menial” a la que están acostumbrados los
británicos respecto los indios y esa cualidad permanece en la memoria.
La India en Llamas se rodó entre Granada y Almería |
No
estamos en una película de las de Tarzán, con el intrépido cazador blanco
sometiendo a todo ser viviente a su civilizada voluntad. Mas bien estamos ante
una obra que continúa con la visión de la India de películas como Gunga Din (1939) o la
brigada bengalí (1954) y que antecede la visión monumental de obras como Gandhi
(1982) de Richard Attenborough o Pasaje a la India (1984) de David Lean. Contiene un rico y
variado retrato de personajes que introducen, aunque levemente, su propio
discurso político: rodada cuando tan solo hacía unos quince años que el imperio
había concedido la independencia a la
India , evidencia la intervención durante los turbulentos años
del colonialismo británico. Todo un logro, tratándose de una producción
británica, y que casualmente introduce un manifiesto fundamentalista por parte
de los rebeldes musulmanes que adquiere absoluta actualidad ante la triste y
evidente realidad del fanatismo de la guerra entre etnias y razas,
antecediéndose con sabiduría histórica al conflicto de nuestros días. Además
acertó al contar con Lauren Bacall.
¿Pero que me dice?, salvo el programa matinal de Carlos Herrera, "Herrera en la Onda", el resto de programas de Onda Cero en Cataluña se hace en catalán, incluyendo la publicidad, para los catalanes, pero se olvidan de los españoles hablantes que son el 50% pero en la clandestinidad, claro. ¿Es esa la personalización que Ud pretende?. Que los escolares catalanes, del Ebro p'abajo, no tengan ni puta idea de lo que existe. Que Ud. sepa de cine no quiere decir que no se le escapen muchas cosas del séptimo arte.
ResponderEliminarEn mi opinión, en lugar de localismo puede haber otra palabra para definir esa obsesión de publicar los momentos en que alguna estrella pasó por Almería. ¿Y qué? También han llegado muchos famosos a Túnez, Honduras, Nueva Zelanda... Lo importante es cómo fue esa llegada: ¿fue importante para el cine? ¿Para el actor/actriz? ¿Para la Historia? Si no, sólo se hace crónica rosa. Pero si es lo que gusta...
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