Clemente Flores escribe un libro imprescindible para conocer Mojácar

Antonio Torres
Director de RTVA en Almería

Clemente Flores ha escrito un libro que debe ser de referencia para las personas que trabajan o viven en la zona de Mojácar. En “Nacer en los cuarenta. Apuntes biográficos de un testigo de ayer y supervivientes de hoy” enseña el origen de todo. No disponer de agua corriente en la niñez marca carácter. “Un niño que tiene que ir a buscar el agua a la fuente no comparte muchas cosas con un niño que simplemente abre el grifo para obtenerla”.

Clemente Flores
Dice que su personaje favorito del libro es el agua. El mensaje con que se queda es optimismo, ante el hambre y las penurias que el pasado siglo ofreció a la zona de Mojácar. El estigma de las mujeres, un ejemplo la tía Canina,  con el cántaro en la cabeza desde la  fuente a las casas. No llegaban coches de línea a mediados del pasado siglo.

El libro no es nostálgico, sino cargado de una experiencia y sabiduría  extraordinarias. Mojácar tiene sabiduría ancestral,  pioneros en la agricultura sostenible. “Una pequeña  avispa, la Blastophagas, vive en simbiosis con el higo  de la cabrahiguera, donde fecunda, pone sus huevos y se desarrolla. Los machos, que son ciegos y no tienen alas, mueren en el mismo cabrahigo y las hembras salen y polinizan  los higos donde sin embargo no pueden poner sus huevos. Es  un misterio de la naturaleza que el cabrahigo guste sólo a las cabras que son las idóneas para llevar la semilla a terrenos de pastos donde las van a dejar crecer a su libre  albedrío.

“Es también un misterio saber como nuestros antepasados entendieron el mecanismo de la  fecundización”, escribe Clemente Flores Montoya  (Mojácar, 1942), un sabio en el buen sentido de la palabra,  nacido en la ciudad más hermosa.

Merece la pena plantearse la evolución de este municipio, eminentemente turístico, gracias a la impronta de un  alcalde, Jacinto Alarcón, que inauguró el  Parador de Turismo, el año de las bombas de Palomares. Una etapa difundida por Tico Medina en el diario Pueblo y  en TVE. De ahí que el reportero granadino cuente con una  calle.  También el diplomático Rafael Lorente, Indalianos con Perceval o el espíritu de Tito del Amo, el  fotógrafo de las bombas de Palomares que recogió la prensa   nternacional y el diario Abc.

Mojácar abrió los primeros hoteles y una de las primeras discotecas españolas  por la influencia de británicos, “El Pimiento” y  acogió a intelectuales de todo el mundo. Rompieron con la cultura de los lecheros y la familia de pescadores, el tío  Amadeo, en la Fuente o en la plaza El Caño que fotografió  Francisco Ontañón con mucha dignidad.

Llegaron los primeros rodajes y el mundo del espectáculo, el cine y la   televisión pasaron por Mojácar. “Odio la televisión  tanto como  los cacahuetes, pero no consigo dejar de comer cacahuetes”, decía Orson Welles por aquí.

Por El  Moresco pasaron los grandes del teatro y el cine. Jack  Nicholsón,  al que este autor entrevistó,  y  todo el que tenía que decir algo en el mundo del  espectáculo, los negocios o la política.  Mojácar tiene historia. La ciudad árabe que era el idioma  nativo de los pobladores que sobrevivieron a la conquista y  que, en determinados lugares de señorío que pertenecían a la nobleza, superaron la enérgica expulsión que se produjo  tras el levantamiento orisco.  “Sin pretenderlo he  hecho un libro feminista porque en la  sociedad en la que yo  viví la mujer era clave y definitoria y el maestro Don  Bartolomé Flores, maestro de tu hermano Ginés en Los  Gallardos, tenía capacidades didácticas muy grandes,  vocación y el que nos salvó de la ignorancia y el  caciquismo”. El libro de Clemente debería estar en todos  los colegios por las vivencias de un intelectual que formaba parte de una familia numerosa y que arrancó su trayectoria  con muchas penurias.

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