Francisco José Fernández de la Cigoña
Abogado
A mí
me parece un tristísimo paso por esa diócesis aunque no llegue a la situación
de odio general que despertó en Ávila. Desde donde hubo que pasaportarle con
cajas destempladas a esta diócesis. Curiosas las promociones de dos de los
últimos obispos abulenses. Como si no encontraran destinos más lejanos. Felipe
Fernández a Tenerife y Adolfo González a Almería.
Adolfo González |
Desde
que llegó a Almería, salvo error por mi parte, han dejado la diócesis los
agustinos recoletos, los franciscanos, los claretianos y se oye que se lo están
planteando los jesuitas. De mujeres, recientemente las salesianas. Da la
impresión de que el obispo no simpatiza mucho con el clero regular pero tampoco
el secular parece gozar de sus amores.
Las secularizaciones masivas parecían
olvidadas pero recientemente cuatro se han ido a su casa en la diócesis, dos
más buscaron refugio fuera de ella y otro entro en profunda depresión tras un
cambio inaudito que nadie entendió. O lo que entendieron muchos es que no
conoce a sus curas. Lo de aquel del cochazo escandaloso, sólo superado, el
escándalo, por el de su vida, todavía no se ha olvidado. Y siguen los abandonos.
Como el de un diácono recién ordenado, experto al volante, que se iba a Roma a
estudiar y del que se esperaba la ordenación sacerdotal inmediata y que a donde
se ha ido es a su domicilio. Y ese sí que conocía bien al obispo.
Algo
sí va a quedar de su paso almeriense, su escudo multiplicado en obras
realizadas. Lo que no sé si quedará temblando es la situación económica de la
diócesis. ¿Después
de esta breve semblanza, desde el afecto, correspondiendo al que él siente por
mí, otra caza de brujas? Pues a ver si la encuentra. No
sé si Salamanca perdió un profesor lo que sí parece claro es que ni Ávila ni
Almería ganaron un buen obispo.
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