Joaquín Abad
Exdirector de La Crónica
Ayer
comenté como las propias empresas editoriales se habían cargado a los
periódicos impresos y sus correspondientes digitales. Hoy me toca hablar de los
periodistas, de esa profesión que en su día parecía grandiosa y que se ha
convertido, por culpa de políticos y de los propios profesionales, en un
ejército de parados dispuestos a trabajar por cuatro perras...
Hubo
un tiempo en el que los periodistas eran notarios de la realidad. Un tiempo en el que
había periodistas de raza que investigaban y removían los cimientos para sacar
la verdad real, y no la oficial. Eran tiempos en que los editores presumían de
ser independientes y por supuesto no viajaban en jet privado en sus
desplazamientos internacionales. Eran tiempos donde el director tenía un
utilitario similar al del redactor jefe y tras la jornada marchaba a tomar una
copa con los colegas de redacción. Eran tiempos donde los políticos no accedían
a las redacciones por decencia. Eran tiempos donde se ejercía el pisotón y la
exclusiva.
El País |
A
comienzos de los años ochenta era muy difícil saludar a un periodista de raza.
Cuando Felipe González ganó las elecciones el 28-O-82, resulta que las redacciones
estaban plagadas de periodistas con carné del PSOE, y con el de la UGT o CCOO. Y celebraron como
propia la llegada de socialismo al poder. A partir de esa fecha se produjo una
verdadera caza de brujas. Había que desprestigiar a todo periodista que no
fuera próximo al club de El País, que era quien daba carné de demócrata o el
llamado periodista progresista. Y pobre del que no lo fuera.
La
verdad es que el PSOE supo premiar a sus periodistas. Los fue colocando, a
todos, incluso a los inútiles, en la dirección de medios controlados por el
poder. Se crearon entes de televisión autonómicos donde se dieron empleo a
miles de periodistas. Periodistas afines, claro.
Pero
llegó el año 1995 y nació la www, la World Wide Web. Y con ello la posibilidad de que
hacer un periódico, en este caso on-line, fuera como coser y cantar. Algunos
periodistas incómodos al poder, como Pablo Sebastián, pusieron en marcha un
diario sólo digital y al cabo de los años, hoy, tenemos muchos cientos de
medios digitales, quizá miles, que han arrinconado de tal manera a los dinosaurios
escritos, esos que se vendieron al partido en el poder, y que ahora están en la
ruina.
Es
ahora cuando, gracias a internet, los periodistas vuelven a ganarse un asiento
en el reconocimiento de una profesión que el socialismo se cargó a conciencia.
Es ahora cuando los periodistas no tienen necesidad de que un director con
chófer le contrate por el salario mínimo, mientras él viaja en jet privado.
Ahora, gracias a internet, los periodistas pueden ejercer de una libertad de
expresión que Felipe y Guerra y toda la corte de dictadores amigos de Fidel
Castro trato de exterminar. Llegaron al poder gracias a esa libertad de
expresión y no estaban dispuestos a perderlo por esa libertad de
expresión.
Aunque
Pedro J. Ramírez se encargó de demostrarles que eso no sería del todo posible...
Perdieron la independencia por un salario, y ahora, gracias los medios digitales, recobran la independencia, pero ¿y el salario? ¿De qué viven, quién les paga? ¿Independencia es a cambio de gratis total? El problema hoy del periodismo no radica en encontrar un medio que canalice las inquietudes de los periodistas, que los hay a a cientos, y si no lo hat, se facrica a coste mkuy reducido, el problema es: ¿y quién da sustento a mi independencia? ¿Papá y mamá? No se puede ser independiente y, al mismo tiempo, dependiente. Es un drama. Un dramón.
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