Pedro Mena Enciso
Profesor de Historia
La rabiosa actualidad me trae a la memoria
un artículo de nuestra buena amiga Mª Carmen
Amate sobre la influencia de Almería en el desarrollo de Barcelona por los interesantes argumentos que nos aporta
para la reflexión. En primer lugar, hemos de tener en cuenta la intensa
relación histórica no solo de Almería con la ciudad condal, sino también de la
inmensa mayoría de territorios de la península, lo que desemboca en fuertes
vínculos entre los ciudadanos catalanes y los del resto del Estado que no solo ni unos
ni otros queremos romper, sino todo lo contrario, es decir, fomentar tan fraterna
y fructífera relación.
Barcelona-Almería |
¿Quién, pues, está interesado en romper fronteras y en
destruir la convivencia? Desde luego, la gente corriente ¡no! Son, entonces,
determinados políticos y responsables institucionales los que, una y otra vez,
encienden la mecha de una discordia sin sentido ya que la inmensa mayoría de
españoles respetamos muy mucho el hecho diferencial catalán.
Personajes y
personajillos llevan décadas adoctrinando y creando cierto fundamentalismo en
las mentes de los más jóvenes que se está traduciendo en una especie de fobia
hacia todo lo español que se fomenta desde la Generalitat de manera
absurda porque España no roba a Cataluña, Sr Más, y además todos nos sentimos
muy unidos a un territorio que siempre formó parte del Estado y tuvo muchos dirigentes
con altura de miras que ayudaron a la gobernabilidad de esta España Federal.
En
este sentido, como dice la mencionada historiadora Mª Carmen Amate, la
población emigrante, y más concretamente la almeriense, ha jugado un papel
importantísimo, sobre todo en el área metropolitana de Barcelona, que llegó a
conocerse como “novena provincia andaluza”. “En 1966, más de 130.000
almerienses habían elegido Barcelona para iniciar una nueva vida”. Amate nos
pone como ejemplo Hospitalet, que en 1966 contaba con 200.000 habitantes, de los
cuales 30.000 eran almerienses.
Es verdad que esta emigración constante en todo
el pasado siglo fue fundamental para sobrevivir en los lugares de origen, pero
también es cierto que esta mano de obra masiva y barata jugó un papel decisivo
en la industrialización de Barcelona. Estos flujos migratorios supusieron, en
definitiva, una riqueza mutua y contribuyeron a crear esa mentalidad universal
que uno respira en cualquier rincón de la bella ciudad catalana.
Así pues,
desde Almería pedimos a los responsables públicos coherencia, sentido común y
respeto a la amplitud de miras que quieren vivir unos ciudadanos catalanes a
los que nadie tiene derecho a usurparles la posibilidad de convivir en paz y
libertad.
No hubiera estado de más que este historiador hubiera recabado información a la Casa de Almería en Barcelona para pulir su artículo. Porque además de la "mano de obra barata" y no cualificada a la que hace referencia este señor, debería saber que hubo militares, funcionarios, periodistas, radiofonistas y empresarios almerienses que desde los cincuenta empezaron a destacar gracias a su tesón y esfuerzo. Para la mayoría de almerienses es impensable que el origen de lo que iba a ser años más tarde el grupo Z tuvo lugar en el patio interior de una finca en Dalías. Allí tres personas alumbraron el nacimiento de la revista Interviú. Una de esta personas, propietario de la finca, nacido en Barcelona, era hijo de un daliense que se destacó en la distribución editorial, por poner un ejemplo.
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