Joaquín Jiménez
Portavoz del Grupo Socialista en el Ayuntamiento de Almería
Tarde
o temprano conoceremos la verdad que se esconde tras el acuerdo económico y
urbanístico que ha permitido a un particular embolsarse más de dos millones y
medio de euros –en dinero y en locales municipales- por vender al Ayuntamiento el
viejo edificio del sanatorio Virgen del Mar. La operación ha sido un rotundo éxito
para el propietario, a quien nada tenemos que objetar. Sin embargo, en lo que
respecta al Ayuntamiento, todo son inconvenientes, pues, sin duda, tendrá que
explicar ante el juez el porqué de las carambolas administrativas que se
aprecian en dicha operación.
Antiguo sanatorio Virgen del Mar, adquirido por el Ayuntamiento |
Para
empezar, la compra se realizó sin concurso público y, para seguir, se hizo
mediante encomienda a una empresa municipal no sujeta a los controles de
fiscalización del Ayuntamiento porque, claro, después de doce años prometiendo
una biblioteca en el centro de la ciudad, de pronto al alcalde le entraron las
prisas.
Con
ser extraño, aun puede serlo más, porque, después de forzar esta operación con
objeto de dotar a la ciudad urgentemente de una biblioteca, ahora que el
edificio ya es de propiedad municipal, el alcalde ha cambiado de idea. Ha
pensado que el entresuelo servirá mejor para albergar el Área de Recaudación y
las cuatro plantas restantes -cuatro- destinarlas como sede de organizaciones no
gubernamentales.
Felices
de saber que las asociaciones sin ánimo de lucro de Almería dispondrán de un
espacio privilegiado para desarrollar su labor, no salimos de nuestro asombro cuando
calibramos el capital gastado en este edificio, sobre todo, teniendo en cuenta que
dos manzanas más arriba se encuentra cerrado el antiguo edificio de Correos,
que bien podría haber albergado esa gran biblioteca central que los almerienses
venimos demandando desde hace años o dar cobijo a las ONG, como ahora propugna
el alcalde, totalmente gratis.
Pero
no, el Ayuntamiento ha recalificado el suelo del edificio de Correos y, tras su
derribo, se construirán pisos y locales comerciales, como si no hubiera allí
bastantes. Todo parece indicar que no es la economía de medios ni son los
intereses generales los que están moviendo al alcalde y a su equipo de gobierno
en asuntos patrimoniales como el del viejo sanatorio.
Nosotros
proponemos que, a la espera de que la justicia determine la legalidad de esta
operación, el Ayuntamiento podría trasladar allí la Gerencia de Urbanismo, lo
que permitiría ahorrar a las arcas municipales los más de 300.000 euros anuales
que cuesta el alquiler de las oficinas que ocupa dicho organismo desde hace años
en la Rambla García
Lorca. El coste de este alquiler acumula ya más de tres millones de euros y
acaba
de
ser renovado hasta 2015.
Algo
parecido sucede con el solar que posee el Ayuntamiento en la calle Arráez, que en
lugar de haberse utilizado para ampliar las dependencias de Recaudación, anexas
a dicho espacio, el PP ha encargado a la empresa Almería XXI la construcción de
viviendas. Claro, que Recaudación ya tiene su entresuelo en el Virgen del Mar.
Los funcionarios, mejor separados que juntos, han debido pensar.
Otra
pieza de este puzle de convenios urbanísticos del PP lo encontramos en la Plaza Marín , donde el
alcalde sigue empeñado en construir un nuevo edificio mediante concesión administrativa,
cuando solo los más de 3 millones de euros pagados por el arrendamiento de
Urbanismo en la avenida García Lorca hubieran sido suficientes para promover una
nueva sede municipal que albergara servicios como Recursos Humanos o Atención Social,
desplazados a la avenida Mediterráneo.
No
entendemos cual es la lógica de estos manejos urbanísticos, si obedece al
capricho de un alcalde aburrido de su cargo o, por el contrario, oculta una
estrategia económica de gran calado, pues no olvidemos que todo comenzó por crear
una biblioteca que, finalmente se ubicará en el antiguo cuartel de la policía
local, un inmueble propiedad del Ayuntamiento que ha sido objeto de proyectos
urbanísticos frustrados que afectaban a toda la manzana del 18 de Julio, y que
languidece ante la desidia municipal.
La
verdad de este galimatías, en el que se mezclan intereses particulares con los
generales aun está por descubrir, pero no seremos nosotros los que digamos la última
palabra, sino los tribunales de justicia. No desesperemos.
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