Iván Gómez
Redactor-Jefe de Diario de Almería
Eran las doce y
cinco del mediodía cuando casi en silencio, entre tímidos aplausos alejados de
la espectacularidad sonora de los mítines, apareció por la puerta del salón
principal del Palacio de Congresos de Aguadulce el presidente del Gobierno,
Mariano Rajoy, acompañado por un reducido séquito formado por la ministra
Fátima Báñez, los presidentes regional y provincial del partido, Juanma Moreno
y Gabriel Amat, y José Antonio Picón, histórico empresario almeriense que en su
día presidió la Cámara
de Comercio antes de cederle el testigo al macaelense Paco Martínez
Cosentino.
El precursor del imperio Silestone había entrado minutos antes
a la resplandeciente estancia, con capacidad para unas trescientas personas,
donde fue recibido efusivamente por el alcalde de Almería, Luis Rogelio
Rodríguez, y el diputado nacional Rafael Hernando. También estaban en primera
fila el vicesecretario de Organización del PP, Carlos Floriano, y el portavoz
en el Parlamento de Andalucía, Carlos Rojas, pero la familia popular ya se
había deleitado en la tarde del viernes con la presencia de Rajoy en un acto
del partido en el Teatro Cervantes y no quiso acaparar este encuentro con los
empresarios.
Edición de hoy de Diario de Almería |
Sólo un nutrido grupo de diputados, senadores y parlamentarios,
entre los que estaba una Aránzazu Martín que no quiso perderse la cita pese a
estar ya en los últimos días de embarazo, se combinaron entre las hileras
de asientos con el rector de la
Universidad , el general de la Legión , el coronel jefe de la Guardia Civil y lo
más granado del tejido productivo almeriense. José María Rossell, del Grupo
Hoteles Playa, Pedro Caparrós, del Grupo Caparrós, Javier Deleyto, del Centro
de Experiencias Michelin, y José Cano, presidente de la patronal y director de
fábrica de Deretil, entre otros, acudieron a un foro para hablar de economía.
Pero la voz de los
empresarios la monopolizó con vehemencia, acierto y valentía el responsable de la Cámara de Comercio, Diego
Martínez Cano, quien tiró un guante reivindicativo en materia de
infraestructuras, sobre todo en lo relativo a las obras del Corredor
Mediterráneo, que el presidente del Gobierno no quiso recoger en su alocución
minutos después. Ni siquiera en la noche anterior, en una cena íntima con la
dirección provincial del partido en el Club de Mar, le pudieron arañar el más
mínimo compromiso al inquilino de La Moncloa. Ni tan siquiera el paseo que realizó a
primera hora de la mañana del sábado junto a la playa almeriense, escoltado por
media decena de guardaespaldas, logró ablandarle el bolsillo para hacer algún
anuncio de futuras partidas, compromisos que posiblemente se vea forzado a
hacer dentro de unos meses cuando más aprieten las encuestas previas a las
municipales.
El de Santiago de Compostela escuchó con atención las demandas de
los empresarios almerienses, que pusieron sobre la mesa la pérdida de
competitividad por el déficit de comunicaciones y la necesidad de poner en
macha plan de industrialización con el que combatir el desempleo, pero como
buen gallego no quiso, ni se vio forzado a responder con fechas ni partidas,
sólo con prioridades. La del AVE entre Almería y Murcia, según Mariano Rajoy,
se abordará a la mayor celeridad, pero siempre dependiendo de los recursos
presupuestarios, una coartada arbitraria por la que se han mantenido
paralizadas en lo que va de legislatura las obras en los tramos de la provincia
mientras avanzaban en otras regiones del norte del país.
Prácticamente la
misma fórmula del ya veremos a la que recurrió la ministra de
Fomento, Ana Pastor, cuando una delegación del PP almeriense acudió a Madrid en
busca de un plan para agilizar la plataforma de la Alta Velocidad con
el levante español. También se quedó sin respuesta la propuesta de la patronal
almeriense a Fomento para evitar los vacíos, años sin construcción ni
licitación, en las obras del Corredor Mediterráneo como ha ocurrido en los tres
que llevamos de legislatura. De hecho, será en el cuarto y último, en el de las
elecciones municipales, cuando se retome la construcción de la plataforma de
Alta Velocidad en el tramo entre Pulpí y Cuevas. Así lo anunció Ana Pastor en
el Senado días después de que la
Cámara y Asempal movilizaran a cientos de empresarios
anunciando movilizaciones.
No hay nada más que tirar de hemeroteca para
comprobar que las visitas de Rajoy a Almería nunca han sido muy fructíferas a
pesar de que esta provincia respaldó su proyecto político como nunca antes lo
había hecho. En las generales de noviembre de 2011 votaron al PP el 57,7% de
los electores almerienses, alcanzando el techo histórico que mantenía el
socialismo desde los comicios de 1982 con la candidatura encabezada por Felipe González. La
última, en la
Intermunicipal del pasado año celebrada en El Toyo, ni
siquiera atendió a los medios de comunicación, que se conformaron con la
tradicional pantalla de plasma para escuchar sus futuras medidas de la reforma
de la administración local. En aquellos días se filtraron los documentos de
Bárcenas sobre los sobresueldos en el PP y el líder de los populares ni
siquiera compareció.
Eso sí, en su discurso al otro lado del recinto anunció
que no le temblaría la mano si se descubren irregularidades, una promesa que
hoy se difumina entre los titulares de los gastos injustificados con las
tarjetas opacas de Rato y Blesa. En anteriores visitas, siendo candidato a la
presidencia, repetía que no iba a parar hasta que llegara el agua del Ebro a
Almería. Y la única que llegará, aunque sea en la actual legislatura, será las
que salgan del grifo de las plantas desaladoras puestas en marcha gracias al
mediocre Plan AGUA de Zapatero.
El presidente del
Gobierno se limitó ayer a vender los ingredientes de su receta, la de la
recuperación económica, obviando que en esta provincia la riqueza lleva décadas
cercenada por unas conexiones insuficientes. Y es que la economía son
reformas y reducción del déficit, pero también lo son las infraestructuras que
dan la competitividad a una región.
Así se lo expuso Diego Martínez Cano en su discurso,
un alegato que comenzó con halagos a la política reformista del Ejecutivo y a
los avances conseguidos, por ejemplo con la espeluznante A-7 a Málaga, para luego acabar
planteando desde el estrado que sin comunicaciones la provincia creció menos en
tiempos de bonanza y sufrió más el duro golpe de la crisis en destrucción de
los empleos. Y es que Almería, y así lo planteó el joven líder regional del PP,
Juanma Moreno, debe ser la punta de lanza del cambio andaluz, un rol que
difícilmente pueda asumir si no llegan las inversiones en infraestructuras.
En
su campaña permamente, el presidente de los populares en Andalucía aseguró que
la provincia encarna los valores de la España productiva y exportadora que se deben
imitar y reconocer, pero no precisamente con discursos electoralistas ni
palmaditas delante de los micrófonos, sino con partidas del Ministerio de
Fomento. Obras son amores y no buenas razones. Rajoy agradeció a la sociedad el
esfuerzo realizado en los últimos años para alcanzar la consolidación fiscal y
habló de perseverar en una provincia indolente que lleva demasiados años
perseverando. Ahora que perseveren las demás.
El encuentro con los empresarios
se saldó con más de lo mismo, con un mínimo nivel de exigencia y sin soluciones
para acabar a corto o medio plazo con el histórico aislamiento de una tierra
que sufre el mal de la esquina. Sólo economía y más cuentas de la lechera. Pero
nada de obras. Como dice el refrán, te quiero mucho perrito, pero pan poquito.
Bienvenido a la isla de Almería.
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