Alejandro
Bonetti
Médico
Tras
el cierre de una planta de Cirugía y ahora la de Traumatología, por simple
permuta, resulta que se está realizando por parte de los sanitarios una alarma
social. Verdaderamente resulta difícil de entender qué es alarma social, si el
cierre de la planta, con las repercusiones que ello conlleva, o su simple
conocimiento a la ciudadanía, con el fin de que sea corregido en toda su
extensión.
Son claros
los fines economicistas, que llevan a estas medidas y se argumentan otras
difíciles de mantener, explicar y, por cierto, de demostrar. Los estudios
sociológicos recientes demuestran que en España la alarma social y por orden de
importancia, la generan: 1.El paro. 2. La clase política. 3. La corrupción.
El
simple análisis de estos resultados pone en evidencia cual es la verdadera
preocupación de la ciudadanía en esta materia. No debemos aceptar que se
deforme una realidad que vivimos a diario muchos profesionales sanitarios, ya
que estaríamos abocados a un esperpento, como diría nuestro profundo dramaturgo
Valle-Inclán.
Recuerdo
una verdadera y auténtica alarma social relacionada con el Hospital de Huércal-Overa,
documentada en la hemeroteca. En marzo del 1996 se produjo un incendio en el
Hospital Reina Sofía de Córdoba y en aquella época estaba en construcción el
Hospital que hoy está en funcionamiento, para sustituir el antiguo hospital. La
construcción se paralizó al muy poco tiempo, ya que su apertura estaba prevista
para el año 1997.
Fue
el Colegio de Médicos de Almería, en la figura de su presidente, el Dr. Ortega
Viñolo, la única voz que se manifestó y denunció tal despropósito.
Posteriormente, después de varios meses paralizado, continuaron las obras y por
fin se inauguró en diciembre de 1999, por el entonces presidente Manuel Chaves.
El
Hospital de Huércal-Overa no es sólo la atención sanitaria de 41 municipios de
más de 150.000 habitantes, como uno de los bienes más preciados la salud,
duplicados en la población flotante, del verano, sino el motor económico de
toda una comarca.
Debemos
de dejar apartados intereses políticos de cualquier signo, demagogias sin
sentido y respetar la población de la zona norte y la historia de un comarca
ejemplar. Unamos pues recursos, fuerzas y sentido común, reclamando como
ciudadanos del siglo XXI
todo aquello que nos pertenece.
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