Antonio
Torres
Director
de RTVA en Almería
El
tono de voz y el trato que muestra en la calle o en su despacho en la Comisaría de Policía le
delatan como una persona atenta y con mucha historia en su mochila. Confiesa que sufre cuando se encuentra con un periodista que le pide más de lo
que puede ofrecer. El silencio, a veces, es su aliado.
José Alcocer Copero |
José Alcocer Copero
(Madrid, 1957), responsable de Comunicación de la Policía de Almería, es una persona entrañable que se muestra feliz. “Hay informaciones que requieren un
análisis o una reflexión antes de que se traslade a medios y en definitiva a la
opinión pública”, dice quien lleva en Almería desde 2005,
el año de los Juegos. “Debo tener claro hasta donde puedo llegar y hasta donde
no. Entiendo que los medios tenéis el derecho a la información
veraz. Esa tesitura de responsabilidad me lleva a callar con mucho dolor”.
Lo
contrario que le ocurrió al que fue delegado del Gobierno en Andalucía y jefe
de la Seguridad ,
Tomás Azorín Muñoz, durante una comida con periodistas. “Pujol irá a la
cárcel”, vaticinó el expresidente de la Diputación de Almería. Y los editoriales de toda
la prensa nacional y los partidos de la oposición le criticaron ese comentario
que acabó con su carrera política fuera de Almería, aunque en esta provincia
realizó una gran labor en la transformación de los pueblos.
Alcocer es
una persona que sabe delegar. Ha trabajado con Paloma Fernández, una enamorada
de la Alpujarra,
y con otros compañeros. Está casado con la periodista
Yolanda Millán, que sabe de lo que va su trabajo ante los medios aunque cada uno
de ellos mantiene una tarea diferente: “En esa línea del corazón
partío, tengo que medir mucho cuando me enfrento a periodistas y por
otro mantener mi secreto profesional”.
Asegura que en el fútbol esta
controlado: “Contra Osasuna tuvimos que detener a tres jóvenes, residentes en
Almería, con edades comprendidas entre 18 y 20 años, tras el encuentro y con propuesta
de sanción”.
Alcocer llegó a la policía por
vocación: “Desde niño mis padres, relacionados con la
enseñanza al igual que mis hermanos, alquilaban algunas habitaciones
a estudiantes. Era una casa grande y allí metieron a un opositor para la Policía con el que tuve
relación. Me apasionaba su trabajo porque ya desde muy niño quería
ser piloto de aviación civil o policía”. Sus aficiones son el cine y
el tawondo.
Define
los años de su inicio profesional como duros por la presión terrorista. “Años
crudos que significaban traslado a Euskadi”. Lo más gordo
que ha sufrido estando de servicio en Seguridad Ciudadana fue el asesinato del
general Quintana: “Recibí aviso. Fuimos y los etarras se introdujeron en el
metro y se les persiguió. Mi compañero saltó por encima de un etarra herido en
una pierna para perseguir a otro y el etarra disparó a la espalda.
Cogí al cadáver de un gran amigo, compañero de promoción y de
patrulla. Eso no lo olvido ni el día del entierro portando el cadáver de una
persona que ya nos conocíamos antes de aprobar las oposiciones a la policía”.
Tiene dos sabores de boca muy agradables. “En 1985 llovía mucho en el Puente de
Toledo y nos llamaron. Una mujer estaba a punto de parir, la llevamos a la
cuneta y allí en mis piernas nació el niño”. “Otra vez, el mismo
año, en la
Calle Ferrocarril , al amanecer, vemos un gran camión que se
mueve sin conductor, cuesta abajo, que iba chocar con la tapia del
tren Legazpi. Vi a una chica que iba a
subirse en su coche, la agarraré de la
cintura y nos tiramos al suelo. Le salvé la vida. Casi todas las
navidades me trae un detalle y me abraza”.
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