Gabriel
Sánchez Ogáyar
Escritor
Años
después de la privatización impuesta por la Unión Europea
en base a sus exigencias antimonopolísticas, la solución dada a las
empresas energéticas, por entonces bajo control estatal, no parece haber sido
la mejor. Si con ello se pretendía que hubiera competitividad, ésta brilla por
su ausencia.
Hablan
algunos gurús de la economía de un posible pinchazo de la burbuja petrolífera
después de la bajada del 26 % experimentada por el precio del barril de Brent,
el crudo de referencia en Europa. Sin embargo, el pinchazo no es para las
compañías distribuidoras y sí, por el contrario, para los que a diario tenemos
que repostar.
No hay dos gasolineras con el mismo precio |
No
somos pocos los que, al ver los precios, si nos pinchan, ya no damos ni sangre.
Y no es para menos ya que a pesar de la espectacular bajada del petróleo
(de 115 dólares en junio a 84 ahora), la misma no se ve reflejada en el precio
que por el combustible pagamos.
Las
noticias hablan de una bajada en el precio de las acciones de las distintas
compañías. Yo y tantos como yo, profanos en la materia, no entendemos dicha
bajada, cuando comprando las compañías el petróleo más barato, los precios de
los carburantes se mantienen. Más parece que esa fluctuacion de las acciones en
los mercados bursátiles responda a un mercadeo de acciones que a una
pérdida de valor, mucho más teniendo en cuenta el incremento de beneficios que
dichas compañías obtienen.
Pero,
dejando de lado esas macrocifras, acerquémonos a las estaciones de
servicio donde, a poco que uno se fije, verá la diferencia de precios, incluso
entre estaciones de la misma compañía. ¿A qué responde? Es difícil de saber. En
algunos casos las compañías elevan sus precios por la falta de competencia. En
otros, porque la propiedad de las estaciones, aunque con el sello de la misma
compañía, no les pertenece y en otros porque son explotadas por concesionarios.
En
el estudio realizado, el precio más económico podemos encontrarlo en las
estaciones pertenecientes a los centros comerciales como Eroski o Alcampo, o en
aquellas sitas fuera de la capital y ciudades importantes y en las
pertenecientes a alguna cooperativa agrícola.
Entre
las compañías que venden el combustible más económico están Campsa, Shell y BP,
y de ésta, la estación de servicio de Aguadulce. La diferencia de precio
con otras estaciones de la misma compañía no es demasiado
apreciable, aunque sí su servicio, que podemos catalogar de excelente.
En
cuanto a Repsol, con precios por lo general superiores a los de BP, lo que
pagamos por un litro de gasoil o de gasolina es prácticamente el mismo en la
mayoría de los casos y en cuanto a su servicio puede catalogarse de
bueno.
El
caso más curioso está en Cepsa. El estudio realizado revela una diferencia de
precios más que sorprendente. Así, en estaciones cuya gestión depende
directamente de dicha compañía los precios son mucho más económicos que en
aquellas otras estaciones dadas en concesión. En algunos casos la
diferencia de precio puede rondar entre siete y diez céntimos por litro.
Una cifra nada despreciable y reprochable.
Entre
las que repostar resulta más caro está la gasolinera que dicha compañía tiene
en Roquetas de Mar y la de Bayyana en Almería. Así, por ejemplo, repostar en
la estación de servicio que Cepsa tiene en la avenida Cabo de Gata,
conocida por gasolinera Trino, resulta más barato que hacerlo en la estación de
Cepsa en Bayyana. La diferencia, cinco céntimos en el litro de gasolina y la
distancia entre una y otra apenas un kilómetro.
En
cuanto al servicio, varía de unas a otras. Así, por ejemplo, en la que hay
junto a la cooperativa CASI podemos decir que es excelente. En la de Trino,
bueno o muy bueno, y en la de Bayyana, malo o muy malo.
Entre
las preferencias del público tienen más aceptación aquellas gasolineras que
cuentan con personal expendedor, pero éstas por lo general son cada día
menos. Es este otro elemento más a destacar para que no se entienda
el precio actual del combustible.
Pero,
¿cómo controlar este galimatías de precios y dónde está la solución? El
presunto acuerdo entre las compañías a la hora de pactar los precios resulta
más que evidente, como evidente resulta el escaso éxito de la Comisión Nacional
de la Energía ,
encargada de garantizar el funcionamiento, la transparencia y la competencia
efectiva de los productos energéticos.
Algunas
voces apuntan a la nacionalización de dichas compañías. Razones para
pronunciarse así no les faltan.
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