Parafernalia del alcalde por una obra de 3.000 euros

Gabriel Sánchez Ogáyar
Escritor

Perdonen que no acabe de acostumbrarme a las idioteces de los políticos cuando se acerca una campaña electoral. Ayer, con toda la parafernalia propia de un reyezuelo, nuestro alcalde, Luis Rogelio Rodríguez-Comendador, se desplazó hasta Nueva Almería a eso de las dos de la tarde para  hacerse la foto.

La foto que no falte
El motivo no era otro que el derribo de unos viejos vestuarios que la máquina que se ve al fondo tardó unos minutos en convertir en escombros. El importe de tan  magna obra, 3.000 euros. Digo bien: tres mil euros. Ustedes dirán si merece la pena. Pero no,  no hablo de la obra, ésta seguro que sí merece hacerse. Me refiero al despliegue que para ir hasta allí se llevó a cabo.

Y es que al alcalde le gusta una cámara de fotos más que al tonto un lápiz. Y si es de televisión, no les digo nada. Rodeado de sus adláteres, ésos que  dan  pábulo y animan al mandatario a tamaña estupidez, llegaron al lugar, como antes mencioné, a las dos de la tarde. Si reitero la hora no piensen que es un despiste. Las dos. Venga, la foto, unas breves declaraciones  y todos... todos  a comer. ¿Pero comer a costa de quién?

Para colmo y con manifiestas ganas de rizar el rizo les diré algo más.  Los operarios que debían llevar a cabo el derribo  estaban dispuestos y preparados desde las diez de la mañana. "¿Qué pasa, por qué no empezamos?". Alguien les dijo que no se podía iniciar el derribo hasta que no llegase el alcalde,  por lo que, estupefactos, vieron  pasar las horas de brazos cruzados sin poder llevar a cabo su labor. Llegó su ilustrísima, que con su tele al paso se personó  en el  lugar, cuatro horas  más tarde.

“Manda guevos” que diría Federico Trillo. En fin, ya tenemos otra, como la invasión de  la isla Perejil, eso sí, a nivel local.

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