Antonio Felipe Rubio
Periodista
Una
vez más asistimos a la ceremonia de la confusión con la reiterada, embarullada
y sectaria interpretación de los Presupuestos Generales del Estado. Da igual
qué gobierno presente los presupuestos; ahí le espera la oposición para
interpretar la aritmética con su particular “geometría variable”. Dos y dos
dejan de ser cuatro, y de nada vale publicar en el BOE, celebrar convenios,
ratificar compromisos… No cumplen su palabra ni respetan su firma.
Los
gobiernos, todos, son cicateros en la reversión a los ciudadanos de los
impuestos previamente recaudados, y no hablemos de los que, de paso, meten la
mano. Son contadísimas las ocasiones -si alguna vez hubo alguna- en las que se
cumplan las inversiones prometidas y el compromiso de plazo. Pero resulta
tremendamente insultante que los desmanes ocasionados por gobiernos que ahora
son oposición se rescaten para argumentar contra el gobierno de turno.
Cristóbal Montoro |
Los
tramos del “AVE” en Almería (Tren de Altas Prestaciones, que no AVE) se
construyeron a sabiendas de que no llegaban a ningún sitio y con dilatadas
expectativas de conectividad con la vecina Murcia. Hacer unos túneles en medio
de la nada fue la salida del Gobierno de Zapatero ante unas inminentes
elecciones. Se actuó con la certeza de una inversión/gasto que alegrara las
páginas de los periódicos con fotografías panorámicas de embaucadores que
posaban ante el demoledor avance de la tuneladora que abría un inmenso agujero;
y eso nos ha quedado, un agujero que otros hubieron de pagar, y taparlo hasta
mejor ocasión.
Es
cierto que las obras se programan según criterios. El problema aparece cuando
los intereses políticos preponderan sobre los criterios técnicos. Paradigma de
esta situación es el dineral derrochado en el infame Plan E y la derogación del
Plan Hidrológico Nacional.
Nunca
seremos capaces de evaluar el daño que nos ha infringido el gobierno socialista
con las penalidades conocidas para conseguir las autovías. Ya ha pasado un
tiempo razonable, pero es incalculable la cantidad de oportunidades perdidas
con una pujante agricultura que tenía que exportar a Europa a través del Puente
de Rioja; y, aún así, Almería logró “salvar los muebles” del insultante PIB de
Andalucía. Y como “premio” la
Junta dotó de diez años de retraso en la A-92 para continuar
ralentizando y obstruyendo el desarrollo de una provincia que no puede con más
humillaciones. Almería es, sin duda, la provincia con mayor “peso histórico” en
los Presupuestos de la Junta
de Andalucía: Rambla, Cable Inglés, Liceo… sin olvidar los mesozoicos PERI de la Chanca o San Cristóbal, y
mención especial merece la restauración de Plaza Vieja y Ayuntamiento.
No
creer en los presupuestos es la consecuencia de la pérdida de credibilidad de
quienes los presentan. Por tanto, es razonable, por inexorable experiencia,
desconfiar de los presupuestos.
La
mayor esperanza de quien elabora un presupuesto radica en la pérdida de memoria
de los ciudadanos: No hay mejor presupuesto que cuando se da por supuesto el
olvido de los clamorosos incumplimientos anteriores.
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