Javier Salvador
Periodista / Teleprensa.es
Hace
un par de semanas que todo un barrio de Almería llamado Pescadería-La Chanca
está en pie de guerra gracias, sobre todo, a las formas, de sobra conocidas en
la ciudad, del concejal de Urbanismo del Ayuntamiento, Pablo Venzal, que, para
más tocada de pelotas, se trata de un político imputado por un presunto
delito urbanístico. Y está imputado no por cualquier cosa, sino por
presuntamente favorecer a una empresa constructora, también de sobra conocida
en Almería, como es Construcciones Tejera. Y digo que es conocida por el
importante número de obras que le ha hecho a este mismo ayuntamiento y todas,
claro, ganadas por concurso público, que es el mismo modelo por el que empresas
como Hispano Almería y otras muy pocas y muy elegidas -siempre por sus
capacidades profesionales- se han hecho grandes en esta provincia. Y
claro, es que esto ocurre aquí y en Madrid.
Pablo Venzal |
Ese
barrio llamado Pescadería- La
Chanca sólo quiere que se les trate con el mismo rasero que
al resto, que no se les discrimine por estar en un rincón de la ciudad, por su
diversidad racial o porque la renta de las familias que allí viven es
sencillamente ínfimo. Sólo quieren que no se tire una pasarela que para ellos
une algo más que a dos barrios. Une a personas, les hace sentir una única
comunidad, y quizás por ello para otros sea tan importante eliminar el puente y
hacer más pequeño el problema que para esos otros supone esa unión, esa forma
de vida en la que pese a la adversidad son indestructibles. Quieren decidir
sobre su barrio y se sienten el Gamonal de Almería.
Es muy difícil justificar el empeño del Ayuntamiento en quitarles el puente
para correr una cortina de humo sobre una permuta de terrenos que algún día
provocará portadas. Es injustificable que hablen de la necesidad de hacer un
parque en la zona, cuando prácticamente han diseñado unas escaleras de cemento,
mientras que durante años han sido incapaces de obligar a los propietarios del
solar a limpiarlo, cuando es un hervidero de ratas y moscardones (y sigo
hablando del solar). Y no hay quien se crea la buena voluntad del imputado
Pablo Venzal cuando desde hoy empiezan a anunciar a bombo y platillo un parque
a todo lujo, con un coste superior a los cinco millones de euros, sobre una
extensión que se mide en miles y miles de metros en el otro extremo de la
ciudad de muchísima mayor renta por persona. Será casualidad o una malvada
coincidencia, pero resulta hasta perverso que la empresa que ha construido ese
parque sea Construcciones Tejera, la misma que según la denuncia presentada por
unos afectados fue beneficiada por el concejal Pablo Venzal y su equipo y, lo
que obviamente ha llevado a la imputación de éste y de los suyos. Pero no, no
deja el sillón de concejal.
La
realidad es una, eso está claro, aunque cada cual la puede interpretar de una o
de otra manera. Con casualidades o sin ellas, lo que acabo de contar son hechos
y seguro que se podrían relatar de otra manera distinta si fuera amigo de Pablo
Venzal, que no lo soy, pero al final los hechos siempre quedarían ahí.
Creo
que el concejal de urbanismo del alcalde de Almería, Luis Rogelio Rodríguez
Comendador (PP), y él sabrá por qué no lo cesa, se ha equivocado en dos
cuestiones fundamentales y la primera de ellas es que no calibró que no estaba
eliminando un puente, sino una seña de identidad de personas humildes, de
gentes que tienen muy poco y, por tanto, lo poco que tienen lo van a defender
hasta donde él no sería capaz de llegar. Su segundo error ha sido hacer
experimentos en una situación tan delicada como la suya, con una imputación
sobre su cabeza que sus mismos competidores o compañeros de grupo animan a que
se recuerde y no por un repentino interés por limpiar la política de políticos
que no merecen comer de ese oficio, sino por la pura necesidad de quitar
elementos en la carrera de la sustitución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario