Las dimisiones en diferido de Mena y Mato

Rafael M. Martos
Director de Noticias de Almería

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, aseguraba la pasada semana en Almería -pese a los intentos del rector de la Universidad de que los periodistas preguntaran por aquello que interesa a la ciudadanía- que la imputación de su secretario de Ideas y Programas, Rogelio Mena, no era más que fruto de una “pelea entre un alcalde y un concejal”. La presidenta se olvidaba de que quien imputa a Mena es la Fiscalía y que es la Fiscalía quien ha pedido la apertura de juicio oral, y que ella, la transparente, la traslúcida, avalaba a quien se encuentra encausado precisamente por negar información a la oposición.

Mena, al abandonar un Pleno de
la Diputación de Almería
Pero ha pasado una semana justa hasta que Mena ha decidido pedir la suspensión del cargo en la Ejecutiva, cosa que no se entiende. A ver, si hace siete días su imputación era “otra cosa”, y por eso no había que pedirle la dimisión, ¿qué ha cambiado entonces? ¿Tal vez que se hayan conocido sus innumerables viajes a Madrid y Sevilla? Pues si iba a resolver asuntos municipales tampoco parece que sea razonable que deje su puesto junto a la secretaria general andaluza. Tal vez, como desvelamos en Noticias de Almería, es que hay más cosas, como por ejemplo que esos viajes no hayan sido para resolver los problemas del pueblo, y sí para acudir a cuestiones privadas, como un congreso de la UGT.

Lo que no se entiende es que Susana Díaz haya cambiado de opinión en una semana sobre Mena, y con ella, quienes como, por ejemplo, el secretario provincial, José Luis Sánchez Teruel, que sostenía la misma tesis de la presidenta.

Pero si extraña es esa dimisión en diferido, no lo es menos la de la ya exministra Ana Mato. Dice el juez Ruz que ella se benefició de regalos de la trama Gurtel destinados al señor con el que convivía a título de esposo -un golfo llamado Jesús Sepúlveda-, desconociendo el origen presuntamente ilícito de éstos, y eso le ha costado el cargo. Pues no se entiende.

Mato debió dimitir no ya por su pésima gestión en el caso ébola, sino cuando comenzaron las sospechas sobre ella, porque si damos por cierto el auto del magistrado ahora podría asomar la cabeza con cierto orgullo además de haberle evitado un problema a Mariano Rajoy. Por el contrario, ha tenido que dejar su puesto por la puerta de atrás.

De haber actuado en su momento, Mato podría sonreír ahora a todo el mundo con un “ya os dije que yo no sabía nada”, en tanto que su cese retardado se puede interpretar como un “Gurtel se sentó en la mesa del Consejo de Ministros”. José García, a quien Mena le hizo la cama hasta lograr apartarlo de la alcaldía de Albox, se sintió acosado cuando desvelamos la alegría con la que tiraba de tarjeta de crédito municipal... Dimitió y se fue a su casa.

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