Laura
Rodríguez-Carretero
Portavoz
de UPyD en Almería
El
hecho de que los senadores que tanto Partido Popular como PSOE tienen en la
provincia de Almería -y en el resto de España- viajen gratis a cualquier lugar
sin importar el medio de transporte que utilicen es la enésima inmoralidad con
la que la clase política española sorprende a los ciudadanos a los que
representa. Cuando parece que la imagen de los políticos no puede empeorar más,
nos enteramos de que el alcalde de Almería, que también es senador, no paga ni
un céntimo por sus billetes de tren, avión o barco, una situación que se repite
con el candidato del PSOE a la alcaldía y también senador, Juan Carlos Pérez
Navas.
Siempre
hemos abogado por una reforma profunda del Senado, cuando no por su supresión
con el consiguiente ahorro para el bolsillo de la gente. Y eso era antes de
saber que existían esta clase de prebendas para unos políticos que no tienen
que sobrevivir con un sueldo ridículo como le ocurre a la mayoría de la gente,
y que por tanto se pueden permitir sin problemas pagar de su bolsillo un
billete de tren.
Es
propio de rácanos que el alcalde de Almería (PP) y el alcaldable del PSOE
lleven años cobrando y viajando a costa del contribuyente sin importar los
recortes presupuestarios que se vienen ejecutando en casi todos los ámbitos. En
pocos meses se presentarán como los principales candidatos a dirigir la ciudad
de Almería, para lo que hay que tener la cara de cemento armado. Exijo que se
supriman estos privilegios propios de una casta sin vergüenza.
Los
diputados y senadores del PP que viajan “por la jeta” son Rafael Hernando, Juan
José Matarí, Carmen Navarro y Jesús Caicedo, Eugenio Gonzálvez, Mar Aguero
y Luis Rogelio Rodríguez-Comendador. Ninguno de ellos es precisamente pobre ni
está necesitado de favores. Por parte del PSOE de Almería, tienen esta
posibilidad las diputadas nacionales Consuelo Rumí y Gracia Fernández, y el
senador, Juan Carlos Pérez Navas.
Si
tuvieran vergüenza, renunciarían a este privilegio propio de otra época y
devolverían hasta el último euro malgastado.
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