Monago, Amat y la democracia

Kayros
Periodista

No entro en el caso Monago porque no está nada claro por el momento. Ni el Senado ni Canarias han ofrecido datos contundentes en un sentido o en otro. Mucho menos me convencen las tres excusas que hasta el momento ha ido dando el propio protagonista. El hecho de ofrecerse para devolver el dinero de los viajes inclina a pensar que admite su error.

Gabriel Amat
Sin embargo no debemos echar en saco roto las enseñanzas democráticas que esconden sus palabras. Entre grandes aplausos del ululante Fuhrer reunido en Caceres, Monago dijo: ”No voy a permitir que se metan en mi honor”. Yo creo que la almendra de la cuestión no reside aquí sino en saber si Monago se benefició de nuestro dinero. Por tanto, guárdese el honor donde le apetezca que el pueblo lo que pide otra cosa. Parece que no acabamos de entender la democracia.

Otro que tampoco la entiende muy bien es Gabriel Amat. Un falso populismo nacido de su triunfo electoral le impulsa a decir que “son los ciudadanos los que tienen que echarme” y no los representantes de los partidos políticos que le exigen explicaciones. Para el alcalde de Roquetas y presidente de la Diputación de Almería las fuerzas representadas en el Ayuntamiento no brotan de la ciudadanía que le votó, sino sus enemigos irreconciliables que quieren su demolición.

Por eso ni dimite ni cree que el pleno sea un lugar apropiado para explicaciones ni se aviene a una comisión de investigación. Así da gusto, coño, como en la dictadura. ¡Para qué dar tantas reuniones! No me vengan con aquello de que la imputación no presupone ya la sentencia. Ya lo sabemos. Proceso administrativo o informe equivocado, bien, lo que ustedes quieran, pero dejen al menos que funcione la democracia porque algunos jefes parece que no la vieron nunca ni por el forro.

Alguno dirá: ¿Y por qué no dejan tranquilo a Amat con lo estupendo alcalde que es? Y nosotros contestamos: Por eso mismo, paisanos. No nos explicamos como siendo tan moralmente intachable tiene tantos llamamientos a declarar en los juzgados. Menos mal que solo habla delante de los tribunales. Algo es para los tiempos que corren. Tampoco es verdad que el pueblo cree cada día menos en la Justicia.

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