José
Fernández
Periodista
Dice
el candidato socialista a la alcaldía de Almería, Juan Carlos Pérez Navas, que
el PP “tiene una patata caliente” con el tema de la imputación del alcalde de
Roquetas, Gabriel Amat, por un caso de licencias urbanísticas. Con su
desbordante jovialidad, el señor Pérez Navas aseguró a los medios que el PP
debería de “dejar de mirar hacia otro lado” y pidió ceses y dimisiones.
Y
por ejemplo, ese otro lado al que mirar podría ser la localidad de Albox, donde
su alcalde, el socialista Rogelio Mena, también ostenta la condición de
imputado por haber obstaculizado, presuntamente, el acceso a unos datos sobre
pagos a proveedores. En fin, que también son ganas.
Y es
que cuando se quiere calentar la temperatura política hay que calcular los pros
y los contras de los aceleradores térmicos empleados, ya que con el uso
imprudente de un argumento reversible, una patata caliente puede hacer quedar a
cualquiera como un papafrita.
Supongo
que lo razonable en estos casos (tanto en uno como en otro) es dejar que la Justicia siga su camino y
que sean los jueces quienes determinen si hubo o no faltas o delitos. Intentar
aprovechar una circunstancia judicial para ponerse un parche en el ojo y ver
sólo una parte de la realidad, cuando esa realidad puede acabar volviéndose
contra uno, acaba perjudicando a quien se presta a escenificar esa llamada parcial
a la dignidad y a quién, desde la retaguardia, aconseja al disciplinado
portavoz salir a dar la cara con semejante argumento.
Creo
que a estas alturas lo más razonable que puede hacer el madrugador candidato
socialista es pedir un peritaje de categoría y reunirse con la Cofradía de la Patata Frita a calibrar
la adecuada temperatura en la fritura de los tubérculos, examinar la textura final
del plato y dedicar los domingos a actividades más placenteras y menos
peligrosas.
Lo
digo por los salpicones de aceite caliente que puedan venir en el futuro, vía
judicial.
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