Tomás
Elorrieta
Secretario
General del PSOE de El Ejido
Es
una clara prueba de escaso talante democrático convocar el mismo día un pleno
extraordinario pedido por varios grupos de la oposición para revocar los
acuerdos sobre Elsur y otro ordinario que incluye los presupuestos para 2015.
Cada uno de esos temas se merece un debate lo más amplio posible, para que
tanto la oposición como los vecinos de este pueblo conozcamos esos temas a
fondo. Pero este alcalde piensa que El Ejido es su cortijo y no hace falta que
nadie más que él sepa lo que se hace con el dinero público, por lo que no tiene
el más mínimo escrúpulo en ningunear a la oposición con actitudes como esta.
Francisco Góngora, alcalde de El Ejido / Foto: Ideal |
El alcalde,
con estas formas que tiene de convocar los plenos, demuestra claramente que lo
único que quiere es que nadie se entere de lo que está haciendo con nuestro
futuro. Él, que tanto cacareó durante su campaña que iba a ser transparente,
ignora uno de los primeros acuerdos de su mandato, celebrar un pleno mensual, y
somete a la oposición a un trato vejatorio al convocar sesiones plenarias con
las que intenta reducir lo máximo posible el debate o, simplemente, no las
convoca, porque en este año solo hemos tenido seis plenos. Muy largos, claro,
para que haya poco debate. Pero solo seis en un año. ¿Hay una prueba mayor de falta
de transparencia que no convocar plenos o hacerlo en condiciones que impidan
hacer su labor a la oposición y a los ciudadanos seguir el debate?
Lo
que le pasa a Góngora es que tiene pánico a debatir con la oposición acerca de
su gestión, y por eso hace del ordeno y mando la principal característica de su
persona. Tiene miedo a un debate abierto sobre la aventura en la que nos está
embarcando con Elsur. Los acuerdos a los que ha llegado son opacos y oscuros, e
intenta por todos los medios que nadie los conozca de verdad, adoptando
actitudes que recuerdan a tiempos anteriores. Es inadmisible que un alcalde
considere que la labor de la oposición no sirve para nada más que para
estorbarle a él, y también es inconcebible que insista en hipotecar nuestro
futuro dejándonos en manos de una empresa que está demostrado que es nefasta y
perjudicial para este pueblo.
Lamentablemente,
el señor Góngora no se ha dado cuenta todavía de que en política no vale todo,
y sus niñaterías e intentos infantiles de tapar la boca a la oposición no van a
servir para nada. Tratando de evitar el debate con la oposición le hace un
flaco favor a nuestros vecinos y a nuestro pueblo, además de menospreciar la
capacidad de los vecinos de nuestro pueblo para comprender sus manejos. Ya está
bien de cacicadas, señor Góngora. Este pueblo se merece gobernantes que piensen
en el bien común, y no en el suyo propio y en su futuro particular.
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