José
Fernández
No
acabo de entender las críticas contra la Junta de Andalucía por haber derribado un par de
casas de vecinos británicos en Cantoria. La orden de demolición de la
presidenta Susana Díaz solo puede merecer elogios y aplausos. De entrada, porque
la Junta no
hace sino acatar (alguna vez tenia que ser) una sentencia judicial. Nada más
que por eso la demoledora actuación del Gobierno bipartito andaluz (PSOE-IU) no
puede recibir más que sólidos elogios.
Pero
si pensamos que, además, doña Susana se suma así a los actos de reconocimiento al
glorioso marino español Blas de Lezo, azote de la flota inglesa, pues miel
sobre hojuelas de laurel. Recuerden que al ilustre y homenajeado (apenas con
250 años de Retraso Marca España) almirante se le atribuye esa escatológica y
bizarra frase de “Todo buen español debería mear mirando a Inglaterra”.
Y
eso ha sido lo que ha hecho la presidenta de la Junta : levantar la patita.
Lo malo es que ha calculado mal el viento. De entrada porque para una vez que la Junta cumple la Ley , el precio es cargarse de
golpe (nunca mejor dicho) toda una fuente de creación de riqueza para Almería.
Recordemos
que las casas de los bienintencionados y amables jubilados británicos que han
elegido Almería como lugar de residencia eran y son legales. La misma Junta
que, en connivencia con ayuntamientos de su mismo color, legalizó esas casas al
estilo compadre, las tira ahora por ilegales. Está claro que es mas fácil
tirarle la casita a un jubilado inglés que tirar el Algarrobico. Y lo hace en
Almería, a pesar de que podría hacerlo en cualquier punto de Andalucía.
En
fin, doña Susana, muchas gracias por el gesto patriótico, pero que ya no hace falta
que vaya a la World
Travel Market de Londres a explicar a los ingleses lo “very well”
que se vive en Andalucía. Los bulldozers no hablan inglés… pero se les entiende
muy bien.
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