Rogelio Mena |
Emilio Ruiz
www.emilioruiz.es
Pepe Fernández es un periodista perspicaz. Es, además, incisivo y persistente. Y tiene,
sobre todo, el bien más preciado y el arma más poderosa que un periodista puede
tener: una página en blanco en un periódico donde verter su buen o mal hacer.
Es desde esa tribuna desde la que analiza la actualidad almeriense. Con
espíritu crítico. Como debe ser. En las últimas semanas, el alcalde de Albox, Rogelio Mena, y su antecesor, José García -y, de paso, José Luis Sánchez Teruel-, son el objetivo de sus dardos.
El regidor albojense, por su parte, es persona de verbo fluido –también,
con frecuencia, florido- que no escurre la polémica. Se le nota la vena
sindicalista. Desde el propio campo en el que Pepe Fernández juega, ha respondido a las críticas con descaro y
sagacidad, no siempre de forma afortunada, creo. El periodista ha considerado
la réplica “una vomitona” y, no satisfecho, ha pedido amparo profesional a Covadonga Purrúa, la presidenta de la Asociación de la Prensa de Almería,
por lo que considera ‘graves amenazas públicas’. La AP , con buen
criterio, ha estimado que “nuestro colectivo nada
tiene que matizar, añadir o censurar ante lo que dos personas físicas puedan
manifestarse públicamente en pleno ejercicio del artículo 20 de la Constitución …”, pero,
a renglón seguido y con indudable mal criterio, sucumbe al pecado
corporativista para reprochar a Mena unas palabras que no van más allá de lo que
tolera el derecho a la libertad de expresión. Moraleja: pues que los críticos
deben aprender a tolerar las críticas. O sea.
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