Iván Gómez
Redactor-Jefe de Diario de Almería
Las deudas que arrastra con las Administraciones públicas y una treintena de
acreedores Miguel Rifá y su entramado societario, así como la intrincada
situación jurídica del empresario catalán afincado en Almería, pendiente de
juicio por un presunto fraude fiscal de cerca de 60 millones de euros destapado
en verano de 2012 con la
Operación Hostelero , han puesto contra las
cuerdas la continuidad de la actividad en uno de los establecimientos más
emblemáticos de la ciudad con casi medio siglo de vida.
El Gran Hotel Almería
es una especie en peligro de extinción y el anuncio del propietario de un
cierre por reforma temporal ha activado todas las alarmas del sector, más aún
para los trabajadores, al entender que podría cerrar sus puertas para no abrir
si no es adquirido por otra cadena hotelera y cambia de manos. De hecho, esta
semana echó el cierre el hotel San Antón, de Granada, que había adquirido
hace poco más de un año el Grupo Vita Hoteliers en el que se habían integrado
los hoteles Citymar, de Rifá, junto a los del Grupo Marvel, si bien la fusión de
los activos estalló por los aires hace tan sólo unos meses con la detención del
presidente de la cadena, Josep María Morros, por la presunta evasión de
capitales de una cantidad que rondaría los veinte millones de euros.
Gran Hotel Almería |
Es más,
ingresó en prisión sin fianza y al menos otras diez personas están imputadas,
del entorno familiar y de la cúpula de Marvel, por su participación en el
vaciado de sus recursos y patrimonio con el que evitar el embargo de Hacienda,
un proceso por el que Rifá, al que investigan delitos similares, optó por
querellarse para recuperar la gestión de la quincena de hoteles que había
asociado del Grupo Citymar en enero de 2013.
El Gran Hotel se desvinculó de la
cadena Vita Hoteliers, que ese año había facturado 24 millones, para seguir en
solitario. El 22 de octubre se formalizó el divorcio y se optó por la autogestión
como fórmula con la que seguir siendo rentable, la joya de la corona del
imperio Rifá que había adquirido a través de las sociedades Predios del Sureste
y Corporación Cipsa en 2004 por 22 millones. Es más, han querido romper su
atadura con el resto de establecimientos del empresario catalán, como los
hoteles Bellavista, de Roquetas, o Alcazaba Mar, de El Toyo que han
protagonizado este verano dos de los episodios más lamentables del turismo en
la provincia.
Por el pésimo servicio prestado a los clientes en los meses de
julio y agosto, ligado a la preocupante falta de fondos y liquidez de las
sociedades a las que pertenecen, se multiplicaron las rebeliones y protestas en
las que fue necesaria la intervención de agentes de la Policía Nacional.
Cortes de agua, vaivenes del aire acondicionado, deficiente limpieza de las
zonas comunes y habitaciones, comida insuficiente para huéspedes que habían
contratado promociones del todo incluido, así como los parones repetidos por
parte de los empleados como medida de presión ante los impagos de las nóminas
propiciaron cientos de hojas de reclamaciones y más de un incidente que ha
perjudicado seriamente a la imagen de Costa de Almería como destino, tal y como
argumentó la Consejería
de Turismo días después.
El histórico alojamiento de la avenida Reina Regente trató de mantenerse al
margen hasta que las protestas de los empleados del resto de hoteles de la
cadena de Rifá llegaron a sus puertas. Desde entonces han sufrido las
consecuencias, sobre todo en la celebración de actos y eventos de carácter
local, como reconoce el director, Francisco Gómez. Eso sí, el número de clientes
foráneos persiste, de ahí que insistan en la rentabilidad del establecimiento.
Después de casi cincuenta años de vida, el Gran Hotel, lugar de paso obligado
para las grandes estrellas del celuloide durante la época dorada de Almería
como tierra de cine (Burt Lancaster, Claudia Cardinale y Spielberg, entre otros
tantos), de los líderes políticos (Suárez, Sotelo, Aznar, González, Rajoy), de
los reyes y príncipes de España, de artistas e intelectuales de primera línea
afronta un momento decisivo y está en juego el cese de actividad porque Rifá y
sus sociedades no tienen ni tan siquiera liquidez con la que afrontar el pago
de las nóminas, por lo que invertir en una reforma integral del hotel suena a
quimérico.
La dirección del establecimiento asegura que cerrará el 23 de
diciembre hasta el inicio de la temporada estival, en el mes de mayo o junio,
para poder llevar a cabo una mejora de sus instalaciones. Pero para completar
sus planes, que este periódico adelantó a principios de 2013, haría falta
invertir más de dos millones de euros. Según el proyecto que trascendió tras la
fusión con Marvel, el cambio de imagen del Gran Hotel incluía la puesta en
marcha de un ascensor panorámico y un restaurante con vistas al mar en el
ático.
Según el director, también se realizará la renovación de las calderas,
baños y moquetas de las habitaciones. A pesar de las serias dificultades
económicas de la propiedad, se muestra convencido de que se culminarán las
obras y reabrirá al público en verano, posibilidad casi descartada por la
treintena de trabajadores. Sospechan que llegará el cierre pero será definitivo
y que, además, los echarán sin pagarle las nóminas que les deben ni el
finiquito correspondiente.
Y es que la reforma que en su día se vislumbró
se haría planta a planta, de forma escalonada, con la intención de evitar este
cierre temporal que también llegará al hotel Embajador, además de que
entonces no se conocía aún que la propietaria, la sociedad Hotel Almería SL de
Rifá, presentaba a finales de 2102 un concurso por el que 35 acreedores
reclaman deudas de más de 54 millones de euros. Ocho fincas y parcelas en El
Ejido, Sorbas, Roquetas y Felix de Rifá fueron inmovilizadas por la insolvencia
de sus sociedades que se suman a las embargadas por 40,4 millones por impagos
al Ayuntamiento de Roquetas.
Después de poco más de dos décadas de actividad, medio centenar de
trabajadores del hotel San Antón de Granada prestaron el lunes su último
servicio. El establecimiento ha cerrado sus puertas ante la impotencia de sus
empleados, quienes no dudaron en colgar en el interior y fachada varias
pancartas y carteles contra la gestión y malas prácticas del grupo Vita
Hoteliers que les han obligado a echar el cierre.
De hecho, hicieron público que se han percibido ayudas para reformas que no
llegaron a las anticuadas instalaciones. “El hotel prosperó mucho y tuvimos a
grandes personalidades, pero desde que entró en Vita Hoteliers lo han hundido”,
argumenta Víctor Pérez, del Comité de Empresa y exjefe del servicio técnico,
que narra que tuvieron que recurrir a velas ante los cortes de luz y agua por
los impagos.
Ha sido el penúltimo fruto de una fusión, la que propiciaron a
principios de 2013 Marvel Hotels y Grupo Citymar, que en apenas año y medio ha
sido pésima para el sector por sus escándalos. Nada más entrar en
funcionamiento la unión de cadenas hoteleras, se dejó de explotar el Hotel
Indálico de la capital, perteneciente a la familia Capulino que gestionaban
desde 2005, siendo el primero de los alojamientos que han condenado al cierre
en año y medio.
Y poco antes del verano llegó el batacazo que frustraba por
echó por tierra cualquier intento de seguir adelante: la detención de su
presidente Josep María Morros, socio y aliado de Rifá, envuelto en una trama
que presuntamente desvió más de seis millones de euros a cuentas particulares y
empresas pantalla con el fin de descapitalizar una sociedad con deudas y
facturas impagadas por más de 20 millones de euros.
El grupo Vita Hoteliers, con más de 300 empleados, venía de cerrar el
ejercicio con una facturación superior a los 24,5 millones, pero el golpe lo
hundió. De hecho, tan sólo unos días después Rifá fue al juzgado a interponer
una querella con la que desvincular sus hoteles de la cadena y eso que sigue
pendiente de juicio tras ser denunciado por la Agencia Tributaria
por un presunto delito fiscal por el que le han preembargado hasta 34 de sus
fincas como medida cautelar.
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