La lluvia en la mar, la Luna de día y la Junta de Andalucía

Antonio Felipe Rubio
Periodista

Coincidiendo con el rechinar de las bolas de boj en los bombos, Susana Díaz intentará cantar por alegrías trianeras el premio más gordo de la Lotería. Sí, será el día 22 cuando la presidente de la Junta desplegará los alambres para insertar deseos, reivindicaciones, proyectos… y frustraciones, fracasos, dilaciones… Y así, hasta completar la tablilla de un ábaco de cuentas tal que un rosario que repite letanías en un bucle interminable de reproches fruto de una infortunada voluntad política.

El “premio” de más de trece mil millones de euros para inversiones en infraestructuras y otros proyectos recurrentes tendrá un final previsible. Moncloa no colgará el cartel “El Gordo vendido aquí” y Susana no beberá cava caliente en vaso de plástico derramando alegría burbujeante. Lo más chispeante de esa jornada será la típica cita ante las cámaras y micrófonos para, contrariamente a lo tradicional, mostrar el infortunio y la contrariedad. Susana Díaz no ha jugado un número. Ha preparado un “numerito” para trasladar y diferir responsabilidades.

Susana Díaz
Proyectos fracasados como la redia del Almanzora, la variante de Roquetas o el Materno Infantil son responsabilidad exclusiva de la Junta de Andalucía que, ahora, intenta meter en el incierto bombo de los Euromillones. Y es que si juegas a la Quiniela no puedes pretender que toque el Cuponazo de la Once.

Lo presupuestos y proyectos finalistas no pueden establecerse al capricho de una suerte de cornucopias. Esta jugada no es de suerte, es de estrategia. Susana traslada a Rajoy los fracasos de la Junta; Rajoy es el encargado de tramitar los desatinos andaluces a mejor criterio de Europa; y cuando Europa responda será Rajoy (el gafeconfrontador) culpable del infortunio de Andalucía. Más munición para la confrontación periférica.

Estas tretas son muy conocidas. La Junta tramitó una importante subvención para la construcción del Hotel Algarrobico. Esa subvención sólo la podía conceder el Gobierno siempre que la Junta de Andalucía otorgase el plácet; y así sucedió. Pero, una vez desencadenado el dislate, la Junta (colaborador necesario) se transmuta en Saturno y lanza dentelladas a su hijo. Otro tanto ocurre con las obras de restauración de Ayuntamiento y Plaza Vieja: se arrogan la autoría del proyecto, no pagan, y te acusan de deslealtad institucional.

Mientras tanto, la alternativa a nuestro incierto futuro es poligonal; y qué mejor que uno (triángulo rectángulo) con catetos -¡que no falten!- con tres “vértices de oro”: PITA, Universidad y Toyo. Atrás queda Stonehenge, Chichén Itzá y la mastaba de Shepseskaf. Estas son las dovelas de Almería que, junto a la conexión ferroviaria con el puerto, afirmarán la clave de bóveda del desarrollo sostenible en los nuevos nichos de mercado, etc. etc. etc. Y más que un triángulo de oro esto se parece al de las Bermudas, donde desaparece lo que más cierto parece (Materno Infantil) y reaparecen fantasmas del pasado (tren del mineral).

En cualquier caso, y vista la eficacia que para Almería supone, parafraseo una cita de autor desconocido y, por ello, no menos acertado: “Hay tres cosas que no sirven de ná: la lluvia en la mar, la Luna de día y la Junta de Andalucía”.

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