Juan Torrijos
Periodista
Pero
han dejado en parte de la sociedad almeriense la sensación de que la
transparencia en las cuentas tampoco es lo fuerte en la dirección de la
entidad. Y no es buena sensación. La denuncia del candidato, hoy perdedor,
sobre las cuentas del colegio dejan un sabor amargo en la profesión. La
victoria de nuevo de José Pozo podrá hacer olvidar la denuncia, así son ellas,
pero la sombra ahí ha quedado y debería ser eliminada cuanto antes.
José Pozo |
Sombras
en los partidos, en los políticos, en los sindicatos, en los jueces, en las
cajas de ahorros, en las universidades, en los abogados, en el periodismo. ¿Se
libra alguien? ¿De verdad se libra alguien?
Decía
el nuevo portavoz del PP, Rafael Hernando (enhorabuena), que los comentaristas
nos dedicamos únicamente a levantar las alfombras y no a destacar la limpieza que
de ellas se hace. Es posible, pero en este caso, como en la gran mayoría, no
somos nosotros los que ponemos la luz sobre las cuentas del colegio de abogados
de Almería. Son ellos, los miembros de una candidatura, colegiados con todos
sus derechos, los que cuentan las dudas y las sombras que se ciernen sobre las
mismas.
Nosotros
sólo nos hacemos eco de ellas y sacamos la triste conclusión de lo poderoso
caballero que llega a ser el dinero. Nadie se libra de su influjo, de su
fuerza, de su poder de corromper.
Felicitar
a don José Pozo por su nuevo triunfo. Renovar y reforzar su presidencia con los
votos de sus compañeros debe ser una gran satisfacción para él; ahora, con la
razón y la seguridad que da el poder sería el momento de que aclarara, por el
bien de todos los asociados, la denuncia que se ha producido durante la campaña
electoral y que ha puesto una duda a su gestión en la transparencia de las cuentas
del colegio.
Sacar
a los abogados y a su colegio de la larga lista de entidades donde las sombras empañan
una labor de gestión y dañan la imagen ante la sociedad de unos profesionales deberá
ser una prioridad para los actuales rectores. Y cuanto antes, mejor.
¿Campa
la corrupción a sus anchas por nuestra piel de toro? Ya lo reconocen hasta los propios
políticos. ¿Somos los españoles unos corruptos? Si nos damos una vuelta por
gobiernos y entidades públicas y privadas ese es el aroma que se desprende,
triste y desgraciadamente para nosotros. No es bueno generalizar. Vale. ¿Quién
se salva?
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