Juan
Torrijos
Periodista
El
Ayuntamiento de Huércal de Almería tiene que pagar 18.000 euros a un policía local
por una sanción que, según la juez, fue arbitraria. Si la justicia reconoce que
la entonces alcaldesa actuó incorrectamente no se entiende que sean los
ciudadanos los que paguen. Lo lógico, parece, es que lo hiciera la infractora.
Si el policía fue sancionado arbitrariamente, como se recoge en sentencia, si
era consciente de ello la entonces alcaldesa, ¿por qué tiene que ser en el ciudadano
de Huércal sobre el que recaiga la culpa a pagar?
Es
uno de los últimos ejemplos que estamos viviendo y la cantidad a abonar no es
excesiva, no va a llevar a la ruina al Consistorio, pero ¿no creen ustedes que
tendría que hacer que la justicia tomara de una vez la decisión de que pague quien
tenga la culpa de ello, no dejarla sobre las espaldas de los ciudadanos que
andan soportando los rotos de los políticos?
Si
doña Maribel Rodríguez se equivocó, si arbitrariamente sancionó a un policía, los
18.000 de marras de su bolsillo tendrían que salir. Y las costas. Las tonterías
y las chulerías de los políticos que las paguen de sus cuentas corrientes. Sería
el mejor aviso a políticos que hacen de las cuentas de los ayuntamientos y los
ciudadanos sus cortijos particulares.
Se
cuenta que el “error laboral” cometido por el policía sancionado fue poner una multa
a un familiar del político. Enfado por todo lo alto y toma arbitraria de una
decisión. ¿No les parece de locura que seis anos después tengan que pagar los
vecinos de Huércal por aquella decisión de la que solo es responsable la
persona que la tomó?
Entre
errores, arbitrariedades, viajes y otras viandas, los alcaldes, diputados y demás
fauna política obliga a los ciudadanos a hacerse cargo del abono de sus más
negras leyendas. Y no pasa un día en que no aparezca una leyenda. Cuando no son
viajes son comidas, cuando no sentencias a pagar, cuando no amigas o novias a las
que visitar.
Bastante
hartos tienen ustedes, señores políticos, a los silenciosos contribuyentes. No
les extrañe que un día de estos los manden a freír espárragos. Asados, los espárragos,
me gustan más. Entre los políticos y sus alegrías y los jueces y sus sentencias
me parece que los ciudadanos no vamos a salir de paganinis. Mala suerte la
nuestra. ¿Alternativas?
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