Emilio
Ruiz
Sobre
el fiasco –o fallo técnico o humano o lo que sea- de las campanadas de Almería
se ha dicho mucho. Tal vez demasiado para lo que no deja de ser más que una anécdota
navideña. Es cierto que los tránsitos de un año a otro no suelen ser prolijos
en noticias de especial trascendencia, y por eso los informativos elevan de
categoría lo que durante el resto del año no sería más que una nota a pie de página.
La
importancia que en el resto de España se ha dado al episodio de las campanadas
de Canal Sur nos ha sorprendido a todos. En un primer momento, se intentó hacer
del incidente una cuestión doméstica, y por eso los oportunistas de turno, en
vez de apuntar a la causa real del error, apuntaron más alto y sacaron a
relucir sus manidas fobias antiandalucistas, antisusanistas, anticanalsuristas
y en-el-fondo-lo-que-quiero-es-un-quítate-tú-para-ponerme-yo. O ponerse-los-míos,
que es igual.
Muchos
andaluces, muchísimos, enfurecimos cuando este lamentable episodio se estaba
aprovechando para establecer una causa general contra Andalucía y contra los
andaluces. No hablo de quienes políticamente lo han aprovechado para denunciar
lo que ha sido una monumental chapuza. Estaban en su derecho de hacerlo y debían
hacerlo además. Me refiero a quienes persisten en hacer de cualquier episodio
ocurrido en el sur una causa general contra Andalucía y contra quienes en esta
tierra vivimos.
Sobre
las razones que han motivado el incidente también se ha escrito mucho. La
realidad es que aún estamos a la espera de que Canal Sur ofrezca una explicación
detallada de las causas que lo motivaron. Desechado el fallo técnico, el mismo
ente público ha manifestado que se trata de un error humano.
Los
sindicatos se han apresurado a decir que apoyan a los profesionales de Canal
Sur, incluidos los autores de la negligencia, si es que finalmente los hubiera.
Parece una muestra de solidaridad desmedida. A un profesional hay que exigirle
que actúe como tal, con profesionalidad, y hacer de este tema un ‘pelillos a la
mar’ es también una forma de denigrar a cientos de profesionales de la televisión
y la radio públicas de Andalucía que cada día hacen su trabajo con esmero y con
rigor.
Pero,
por si esta situación no estuviera aún suficientemente enrevesada, se prodigan
en los últimos días quienes han descubierto una nueva luz en el tema en forma
de nueva línea de investigación. Son los que consideran que la raíz del
problema –la culpable, vamos- no anda lejos. Está en Almería. Es Almería. Por
emitir las campanadas desde aquí y no desde Sevilla como Dios manda.
Disfruta
del copirygth de esta nueva línea investigadora el periodista Jorge Bezares,
que es también presidente de la Junta Rectora del Parque Natural Los Alcornocales.
Ha escrito en su columna del digital de Antonio Avendaño, andalucesdiario.es, que
“más allá del error de meter publicidad tras la segunda uva y devolver la
conexión tras la décima, que merece todas las dimisiones que hagan falta y
algunas más, lo absolutamente impresentable es el gasto añadido que supone
hacer la retransmisión desde Almería”.
A la
tesis que ubica el centro de gravedad del error en Almería se ha unido con
premura el máximo responsable de UPyD en Andalucía, Martín de la Herrán , que desde su muro
de Facebook no ha dudado en criticar no solo “el derroche que supone transmitir
las campanadas desde Almería”, sino también “grabar el vídeo navideño de la
presidenta”. Veamos su mensaje:
Es
una pena que Martín de la Herrán
no hubiera consultado con su portavoz en Almería, Laura Rodríguez-Carretero, su
desafortunado manifiesto antes de publicarlo. Mientras la almeriense se ha
mostrado en el tema con una actitud seria y responsable desde el primer
momento, su correligionario andaluz es de los que consideran que es Sevilla el
territorio natural donde debe moverse Canal Sur y todo lo que no se aviste
desde La Giralda
es puro derroche. ¿Y 30 años de autonomía para esto, Martín?
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