Emilio
Ruiz
Ante
un desliz o metedura de pata de quienes administran bienes públicos, los que somos
los legítimos propietarios de esos bienes, los ciudadanos, en ocasiones lo
único que exigimos a aquellos es que afronten la situación con dignidad. Eso
supone, en primer lugar, pedir disculpas, y a continuación, adoptar las
decisiones necesarias para que de alguna manera se satisfaga por los perjuicios
causados.
El
fiasco de las campanadas de Nochevieja ha puesto a prueba la capacidad de Canal
Sur para responder de forma digna al enorme enfado que los cerca de 500.000
andaluces teníamos aquella noche. En la valoración de las respuestas dadas al
caso hay matizaciones para todos los gustos, y no faltan quienes consideran que
no hay disculpa alguna que palie el enorme enojo que produjo la situación de
vernos con unas uvas en la mano sin saber qué hacer con ellas, si echárnoslas a
la boca o lanzarlas directamente a la pantalla del televisor.
Producido
el error, o la secuencia de errores, mientras las redes sociales echaban
chispas, los primeros en reaccionar de entre los que estaban al otro lado de la
pantalla fueron los presentadores, Ana Ruiz y Enrique Sánchez. Treinta y seis
minutos después de las campanadas colocaron un tuit enojados con la situación y
pidiendo disculpas por lo ocurrido.
Durante
toda la madrugada el director de Canal Sur en Almería, Antonio Torres, atendió
decenas de llamadas a su teléfono móvil, dos de las primeras la del alcalde
Almería, Luis Rogelio Rodríguez-Comendador, y la de la delegada del Gobierno,
Sonia Ferrer Tesoro, a los que apenas pudo decirles que su extrañeza por lo
ocurrido era similar a la que mostraban los propios telespectadores.
Apenas
habían transcurrido sesenta minutos desde la medianoche –exactamente a la
01:01- cuando la dirección de la cadena, desde su cuenta oficial de Twitter,
pedía disculpas y anunciaba la apertura de una investigación para conocer las
razones que ocasionaron el ‘campanazo’.
Fue
ese mismo día 1 cuando el director de Emisiones y Continuidad de Canal Sur
Televisión, José Luis Pereñiguez, presentaba su dimisión, que es aceptada de
inmediato por el subdirector general. Y el mismo día 1 fue cuando se celebró
una reunión de directivos de la RTVA
para analizar las causas de lo ocurrido. La dirección vuelve a mostrar su consternación
y su “petición de perdón a los andaluces que se vieron afectados por este
incidente”.
En
el informativo de las 14.30, también del primer día del año, Canal Sur Televisión
vuelve a pedir disculpas. Cuatro días más tarde, el día 5, el subdirector
general de la RTVA ,
Joaquín Durán, remite al Parlamento de Andalucía un escrito en el que solicita
comparecer, a petición propia, ante la Comisión de Control de la Agencia Pública
RTVA para informar sobre el incidente acaecido. Convoca al Consejo de
Administración para tres días más tarde y anuncia la apertura de un expediente
sancionador para tres trabajadores.
En
ese Consejo de Administración, celebrado el 8 de enero, se acuerda ofrecer al
alcalde de Almería la suscripción de un nuevo acuerdo para celebrar las próximas
campanadas de Nochevieja también desde nuestra ciudad.
Dos
días antes, el día de Reyes, todos los medios impresos y audiovisuales de
España sin excepción alguna se hacen eco de la edición de un vídeo de disculpas
en clave de humor que recibe los mayores parabienes y es considerado como un
ejemplo a seguir en situaciones similares. “Las campanadas no te las podemos
devolver, pero sí la sonrisa…” es el título de algo que “se debería estudiar en
las facultades de Publicidad”, según Jordi Évole.
“Si
equivocarse es de humanos y rectificar es de sabios, reaccionar frente a dichas
equivocaciones de esta manera solo tiene un nombre, ARTE, y de eso en Andalucía
posiblemente haya más que en ningún otro lugar del mundo”, escribe sobre el
vídeo el experto en comunicación Rayko Lorenzo.
Ésta
es la cronología de los hechos. Estoy seguro de que son muchos los andaluces
que consideran insuficientes las respuestas. Como muchos hay que estiman que un
patinazo así no merece otra reacción que la dimisión de la presidenta de la Junta de Andalucía, cuando
no proceder sin dilaciones a la clausura del canal.
Esas
peticiones tan estruendosas distan mucho de lo razonablemente exigible. Son
dictadas bajo fundamentos que nada tienen que ver con la exigencia de la
reparación de un error. Si se valora la cuestión con cierta dosis de
objetividad, la conclusión no puede ser otra que felicitar a Canal Sur por
estar a la altura de las circunstancias, asumir responsabilidades y mostrar una
actitud que, desgraciadamente, no es frecuente ante situaciones similares. Es
mi opinión.
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